Sueño con Venezuela. Sí, sueño con una Venezuela distinta y mejor. Sueño con una Venezuela de oportunidades y libertades.
Y cómo es ese sueño:
Sueño con una Venezuela, donde podamos ir al supermercado y comprar lo que queramos y cuando lo queramos. Qué escojamos lo que nos apetezca y lo que esté a nuestro alcance.
Que exista trabajo para todos por igual. Donde cada quien según sus competencias, habilidades y destrezas ejerza la profesión, oficio o emprendimiento que mejor la parezca.
Una Venezuela donde las oportunidades sean la norma y el crecimiento nuestra igualdad.
Donde la libertad de seleccionar, de vivir, de crecer sea para todos. Que nuestros hijos y nietos puedan decidir por ellos mismos, sin la tutela de nada, ni de nadie.
Sueño con una Venezuela de campos sembrados, de fábricas produciendo toda clase de productos que lleven el sello que diga “Hecho en Venezuela”.
Sueño con los anaqueles rebozados de comida. Sueño con alimentos nacionales e importados pujando por enamorar a sus clientes venezolanos.
Tengo el sueño de que desde el más humilde de los trabajadores venezolanos hasta aquellos más aventajados vivan bien, con alimentos suficientes, casa, vestimenta y sobre todo la felicidad que nos otorga la libertad.
Veo, en esos sueños, a una Venezuela que no dependa sólo del petróleo sino que esté desarrollando una potente industria turística, agrícola, pecuaria, una potencia productiva de diferentes áreas de producción.