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Quienes fuimos testigos de la masiva protesta del 1 de septiembre pasado en Caracas sabemos que se trata de una de las mayores movilizaciones de la historia contemporánea de Venezuela. En efecto, fue la “Toma de Caracas” y en ella alrededor de un millón de personas enviaron un inequívoco mensaje al mundo: el Referéndum Revocatorio, con el que buscan finalizar el mandato de Nicolás Maduro, debe ser en 2016, así como también reafirmaron su vocación y convicción democrática.

El #1S no fue un cualquier día. Luego de superar infinitos obstáculos que incluyeron alcabalas por doquier, persecución, amenazas e inclusive un saldo importante de detenidos en días anteriores a la marcha –por supuestas conspiraciones– con el fin de amedrentar y desmovilizar a las personas, la reacción fue completamente contraria a la que esperaba el gobierno de Maduro: la gente perdió el miedo; el miedo fue el gran vencido y la voluntad de cambio de los venezolanos la gran vencedora.

Los ciudadanos fueron los protagonistas ese día, más allá de la agenda de los partidos y de la dirigencia opositora. Todos saben que permitir el Referéndum Revocatorio en 2017 sería un fraude, no sólo porque haría al chavismo permanecer en el poder, sino porque extendería el sufrimiento y la crisis que vive nuestro país a todo nivel, incluyendo la crisis humanitaria que se traduce en hambre, miseria y muerte.

En el caso del primer fraude, es sabido que, por disposición constitucional, si se produce la falta absoluta del Presidente de la República durante los dos últimos años del período –Maduro comienza sus dos últimos años de gobierno el 10 de enero de 2017– asume el Vicepresidente hasta finalizar el mandato, mientras que si la misma falta se produce durante los primeros cuatro años de mandato –es decir, hasta el 9 de enero de 2017–, corresponde convocar elecciones durante los 30 días siguientes a la falta, lo que haría cambiar al gobierno este mismo año. Por ello, hacer el referéndum en 2017 podría sacar a Maduro de la presidencia, pero dejaría en el poder a quien él decida. No lo podemos permitir.

Con relación al segundo, esperar no es una opción para quien no consigue alimentos o para quien muere de mengua, por falta de medicamentos o por una bala que cegó su vida en la ciudad más violenta del mundo, Caracas. La permanencia del régimen venezolano ya no se mide en días, sino en vidas que se pierden.

El #1S dejó una gran foto dirigida a la comunidad internacional, la cual le da potestad y responsabilidad para presionar y hacer que se dé el evento electoral este mismo año. Esperamos que no se quede en foto, y que convierta en la acción decidida de los demócratas del mundo para hacerle entender a Maduro que tiene que abrir espacio y permitir una salida institucional, pacífica y democrática, antes de que el país estalle.

Pero también este día envía un mensaje al Consejo Nacional Electoral (CNE) y las Fuerzas Armadas. Se hizo evidente lo que era un secreto a voces y lo que muchos ya sabíamos: la inmensa mayoría de los venezolanos rechaza a Maduro y desea que se vaya cuanto antes. Por ello, estas dos instituciones deben facilitar la realización del referéndum este año y no colocarse a espaldas de los ciudadanos. No pueden ser un obstáculo, porque la ciudadanía entonces optará por hacerles entender su rol, con presencia y lucha permanente en las calles.

Además, quedó muy claro que Maduro y su régimen están sostenidos por cualquier cosa, menos por la gente. Cuando se analiza la contundente movilización contra su gobierno, queda claro que es una minoría aferrada al poder que ya perdió toda legitimidad y respaldo popular.

Tras la movilización del #1S, se demostró que los venezolanos ni son violentos ni son dóciles, como ha querido hacer ver el gobierno. Se confirma, pues, que la presión decidida en las calles es un aliciente para alcanzar la salida de un régimen dictatorial como el de Maduro.

Por ello, cada protesta que tenga lugar en Venezuela con el objetivo de lograr el cambio este año, debe tener una causa lo suficientemente clara. No se trata exclusivamente de obtener una fecha al antojo del CNE, sino presionar para que el referéndum sea en la fecha que nosotros sabemos que nos es útil hacerlo. Hay que presionar el adelanto de todas las fechas que ya el ente electoral ha asomado y que favorecen el revocatorio en 2017 y no antes. Tenemos que aprovechar y capitalizar la contundencia de la mayoría que somos para que ellos sean los que entiendan nuestra urgencia y nuestro ritmo y no al revés.

Eso a su vez debe dar señales a la dirigencia opositora, reunida en la Unidad, de acompañar a la gente, de ampliar su agenda y de democratizar las decisiones en su seno. En la medida que las acciones que se tomen sean firmes, pero sobre todo efectivas y eficaces, haremos retroceder a Maduro y aceptar lo que ya es un grito nacional: su salida en 2016. En esa línea, la primera acción que debería tener lugar es la de colocar una fecha tope en la que sepamos que el Referéndum Revocatorio es viable este año. Si esa fecha no llegara a cumplirse, pues corresponderá redefinir nuestra agenda de lucha para que el cambio sea lo antes posible y real.

Haremos lo necesario para que así sea.

@Urruchurtu