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Lamentablemente, la agricultura no escapa de la mano depredadora de la narcodictadura, la cual ha ido asfixiando poco a poco todos los sectores productivos del país. Me dediqué al campo luego de haber perdido a mi esposo, ingeniero agrónomo, agricultor y ganadero de esta noble tierra.

Sin saber nada de este oficio productivo, asumí el reto de tomar las riendas de los cultivos y día a día, me he ido apasionando por lo que significa producir alimentos trabajando el campo. La tierra me ha enseñado mucho, así como la gente buena que la trabaja, quienes con el sol a sus espaldas siembran, cuidan y recogen las cosechas, haciendo del campo un lugar maravilloso que envuelve y enamora al quien se dedica a cultivarlo.

Es gratificante ver el  esfuerzo de jóvenes, ancianos y hasta niños dedicando su tiempo con habilidad y ese conocimiento empírico que sólo se alcanza a través de los años dedicados a una labor, para obtener los frutos de los suelos fértiles de nuestra Patria. Sin embargo, no todo es tan maravilloso como se quisiera.

Hoy, gracias al deliberado intervencionismo del gobierno nacional,  para poder poner a producir un pedazo de tierra debemos hacer esfuerzos sobrehumanos; no hay dinero que alcance para poder cubrir los costos; no hay semillas, no hay fertilizantes, no hay abonos ni fungicidas y cuando se consiguen, estos tienen precios inalcanzables; por si fuera poco, cada día los organismos encargados de “controlar” la producción, se dan a la tarea de dificultar aún más la ardua labor de encontrar dichos insumos.

La flamante AGROPATRIA, donde llegan, esporádicamente, insumos indispensables para producir, cada día incrementa el papeleo y genera más y más trámites  engorrosos para acceder a esos productos. ¿Será que existe algún idioma que puedan entender las semillas y los cultivos para comprender que deben esperar un nuevo trámite sin dañarse? ¿Acaso los productores debemos entender, de manera obligada, que luego de sacar certificados, inscribirnos en “N” organismos para demostrar que somos productores, hacer colas para más trámites y papeleos, esto aún no es suficiente?

Lo último que nos han dicho, es que ahora se requiere de otro tipo censo, pues debemos demostrar que no somos delincuentes ni “bachaqueros”. Sólo somos productores sobreviviendo con lo que nos da la tierra, las cual por cierto, es de las pocas cosas que ayudan a cubrir las necesidades de alimentación requeridas por la población venezolana.

Pareciera que trabajar la tierra, es un delito. Cada día las vías de acceso al campo son más intransitables, los repuestos de las maquinarias y las herramientas se han vuelto impensables de adquirir. Muchos trabajadores de la tierra, al igual que en otros sectores de la economía venezolana, han abandonado el país buscando un mejor futuro. El campo también se está quedando solo y los alimentos cada día son menos.

A pesar de esto, los productores nos mantenemos firmes, la nobleza de la labor del campo no se entrega, conocemos nuestra responsabilidad ante el país y sabemos que esta pesadilla va a terminar, entonces… veremos reverdecer nuestros cultivos.

No nos vas a vencer…

Twitter: @VenteMerida