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En los últimos tres años, el número de pobres en Venezuela casi se duplicó. Según el más reciente informe de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), presentado la semana pasada, desde el 48,4% que se registraba en 2014, hoy ese índice se encuentra en 87%. La pobreza extrema se sitúa en el 61,2%.

Nunca antes se había visto en el mundo un aumento tan rápido de los niveles de pobreza. Menos aún se había visto una situación tan dramática en un país petrolero.

El legado del Socialismo del Siglo XXI es devastador: 64,3%  de los venezolanos ha perdido en 2017 un promedio de 11,4 kilos. En 2016, la pérdida de peso había llegado hasta los ocho kilos. En los rostros ahuesados y los cuerpos cansados se refleja el resultado de un modelo fallido que ha hundido a la nación en la peor de las miserias.

Los números de la Encovi también reflejan las graves consecuencias que esta situación tiene en materia nutricional, mucho más si pensamos en el futuro de la próxima generación de venezolanos. El 70,1% de los hogares manifestaron no tener dinero para comprar comidas saludables y el 70,8% añadieron que los alimentos son insuficientes. Más del 60% de la gente se acuesta con hambre.

Esta situación también afecta otros aspectos de la vida. Por ejemplo, el 76% de la población escolarizada, de entre 3 y 17 años, perteneciente al segmento popular, falta a clases por no tener comida. La crisis también se refleja en materia de salud. El sistema hospitalario está colapsado, por escasez de insumos y por las pésimas condiciones de sus trabajadores. Como consecuencia, el 60% de la gente se vio obligada a cubrir con su bolsillo, ya deteriorado, el gasto de salud.

Un reciente informe de Bloomberg, también publicado en días recientes, refleja el drama vivido en la principal industria del país: la petrolera. Según este reportaje, el sector está colapsando, “al igual que sus trabajadores, porque estos se encuentran muy débiles para el trabajo pesado” el cual deben realizar con dificultad, debido a la falta de alimentos y las pocas comidas disponibles Según reportes de prensa, el número de trabajadores abandonando sus puestos de trabajo para buscar la manera de subsistir junto a sus familias es cada vez mayor.

Mientras todo esto ocurre y cada día que pasa el drama de millones de personas es peor, la nación no encuentra una alternativa que le genere confianza. La dirigencia de la MUD –en realidad, los cuatro partidos que desde hace mucho la tienen secuestrada- anunciaron finalmente su renuncia a participar en las elecciones presidenciales del 22 de abril después de haber sentido la gran presión de la opinión pública. Sin embargo, todo parece indicar que siguen dispuestos a alterar su decisión a cambio de migajas y pequeñas concesiones por parte del régimen. Al mismo tiempo, intentan reciclarse cambiándose el nombre pero manteniendo los mismos vicios de siempre.

Mientras no exista un liderazgo claro, fuerte y firme, capaz de aglutinar a las fuerzas democráticas y, sobre todo, que las guíe con coherencia y honestidad, no habrá forma de encontrar una salida a la tragedia que hoy vivimos y la cual, una vez más, es titular en las noticias alrededor del mundo.

Es indispensable y urgente que una nueva alianza política y ciudadana, inclusiva y amplia, asuma ese rol.

Si eso no ocurre pronto, seguiremos siendo un país pobre y, peor aún, un pobre país.

Twitter: @MiguelVelarde