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Es mayo de 2018 y son muchas las razones que llevan a explicar mi título. Muchos se preguntarán ¿Por qué es exiliado el que también se queda en Venezuela? Pues fácil, porque no siente este país que han creado como el suyo. Muchos ciudadanos son tan fieles a principios dignos de países de respeto, que sienten la “viveza criolla” como una de las peores armas de destrucción masiva.

Si nos ponemos a observar línea por línea a este país nos daríamos cuenta que hemos destruido valores por resentidos. Que hemos pedido controles por ingenuos. Que hemos deseado salvadores por incrédulos y que hemos solicitado dadivas por conformistas. En resumen, esto ha sido la trasformación de un país; la transformación de una sociedad que quiso dejar de pensar para que pensaran otros,  pero que el pensamientos de esos otros hoy los puso a pensar.

¿Son exiliados los que se quedan? Claro que lo son, porque cómo pensar que es Venezuela el país donde se te impone qué vas a comer, qué vas a decir, qué vas a pensar, qué vas a vestir, qué vas a ser… Claro que son exiliados aquellos que respetan las leyes y se encuentran con un Estado dominado por las irregularidades. Claro que son exiliados aquellos que conciben la democracia como una oportunidad real de elegir y decidir y ven que todo está alejado de ese principio. Claro que son exiliados aquellos que creen en las libertades individuales pero que esta Nación los plaga de controles. Son exiliados aquellos que luchan por emprender y trabajar, pero que el régimen los considera enemigos porque la vagancia es un decreto de Estado.

Es otro país, no es Venezuela. Venezuela no debe ser el país donde para los niños sea más fácil encontrar basura que educación y valores. No debe ser ese país que se ciña al conformismo y no al emprendimiento. No debe ser ese país donde las agrupaciones políticas se repartan las ganancias y no las ideas. Es fácil, Venezuela no debe ser un país de mediocres que opine que la imposición y los abusos son exactos para poner orden. Esos mismos son los que viven con el cuartel militar en el cerebro, tal cual como lo define un amigo.

Hoy somos otro país. El que conocemos hace rato se perdió y andamos buscando uno nuevo: sin vicios, sin aquellos postulados que enarbolaban la corrupción, la dominación y la coacción. Uno que no pretenda volver al pasado, pero que ni mucho menos pretenda honrar este presente nefasto.

 

Sencillamente queremos encontrar un país donde la libertad sea el principal trofeo de cada ciudadano. Un país donde el Estado no quiera imponer una “felicidad” que ellos consideran adecuada, porque la felicidad le corresponde a cada individuo encontrarla según sus necesidades y gustos.

Por eso sabemos que hay ciudadanos que se sienten exiliados en tanta mediocridad, en tantos antivalores y en tanto populismo. Esos mismos ciudadanos son los vitales para construir ese país que hemos diseñado tantas veces en nuestras mentes y que hoy una caterva de inmorales torpedean.

Una caterva de socialistas y comunistas que, en su intento de dominación, hurgan en cuanto argumento les parezca incómodo. Esos mismos que hurgan en cuanta empresa se vea prospera y rezagante. Esos mismos que hurgan en mentes de ciudadanos que se vean sanos y llenos de moralidad. Por eso el socialismo y comunismo es deleznable.

¿Es entonces Venezuela? No, no lo es.

 

@SoyVanegasG

Coord. Activismo Vente Joven Miranda