Pedro Pablo Fernández no necesita ser diputado, ni alcalde, concejal o Presidente del Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei); él es algo más importante es amigo del régimen, por eso se presta al juego de ser la oposición oficial. Ese complaciente grupo que le dan la “liberación” a unos pocos presos políticos, mientras meten presos a más ciudadanos por motivos políticos, para así justificar sentarse con el dictador.
Nicolás Maduro se cree legitimado en una farsa electoral a la cual esa oposición oficial se prestó y ahora le tienden la alfombra “roja-rojita” para iniciar una nueva farsa de diálogo, que fije las pautas para que la dictadura oficialice a este señor como uno de los nuevos líderes de la oposición oficial.
Los venezolanos saben muy bien de las buenas relaciones de este grupo de (ex) copeyanos con el régimen, esto viene de los tiempos de Hugo Chávez y no van engañar a la mayoría de ciudadanos. Sigan pues con su juego, que tarde o temprano tendrán que rendir cuentas al pueblo de sus actuaciones y pasaran al a la historia como lo hicieron muchos otros líderes de la mal llamada cuarta república.