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La destrucción del país económico vino por dos vías importantes, una inducida por el régimen procomunista y corrupto, y la otra por añadidura. Para ilustrar la primera destrucción bástese con recordar la patética imagen de Hugo Chávez, como un loco, en el centro de Caracas adueñándose del edificio La Francia, cuyo acto recorrió el mundo en segundos, fueron por supuesto distintos los actos como ese, pero creo que el más emblemático de las destrucción del país fue ese de La Francia. Fue como mostrar al decapitado por la guillotina a propios como a extraños. Allí está el muerto seccionado “El que tenga ojos que vea”.

La otra destrucción, a la cual yo llamo “venida por añadidura”, fue la caída constante y sostenida de los precios petroleros en los mercados mundiales, lo cual no lo indujo el régimen, desde luego, porque además a estos chicos procomunistas y corruptos, les encanta los petrodólares. Ahora, lo que sí es una verdad del tamaño de la luna, es que el régimen dictatorial aprovechó a ambas “destrucciones” para provecho particular: Intentar perpetuarse en el poder para siempre, A María Corina no la para nadie, va de frente en medio de mirones de palo, dudosos, tibios y demás. Es su ruta por la cual tiene que pasar hacia el lado de la victoria con la mayoría  a su lado. La mujer tiene ratos arriba de la ola  y enseñando el camino recto, la ola más alta y desde lo alto llama  a la Unidad completa.

El ciudadano venezolano tendrá obligatoriamente que tomar una decisión trascendental e histórica, en vista de la ruina y el hambre;” o se va a barajo otra vez o tira la parada”. En los mares de la duda y del miedo, se perdieron desde hace años unas embarcaciones, a las cuales todavía buscan sin remedio. Quien no tenga estomago para el vomitivo que se aparte, es natural que los pliegues arruguen, pero quien tenga vísceras duras que tome el mando sin reparo. Políticos, en total, para la política y soldador para el hierro y el soplete. Ya estará cada cual en su lugar. El país se recompondrá y todo volverá a ser distinto. La esperanza será un hecho y todo habrá valido la pena