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Parte II

Venezuela, que en otrora mantenía una economía pujante y una continua modernización. Ofrecía la mejor situación de América latina, lo cual resultaba en una excelente calidad de vida para el Venezolano; asimismo atractivo y oportuno para los ciudadanos extranjeros que atravesaban penurias en sus propios países.

Esa Venezuela en la que grandes científicos destacados nacional e internacionalmente, tales como, Humberto Fernández Moran y Jacinto Convit, eran las personalidades de referencia en la administración pública tanto de educación como la Sanitaria.  Imposible dejar de mencionar en este contexto al Dr. Arnoldo Gabaldón quien fue el primer sanitarista en alcanzar la erradicación de la malaria en el mayor territorio de la zona tropical del planeta, producto de las diferentes estrategias implementadas durante el ejercicio de sus funciones en el Instituto de Malariología; y gracias a esto se logró controlar la alta morbilidad y mortalidad que para esa época (década de 1930) diezmaba a la población Venezolana.

El Dr. Gabaldón insistía en preparar y educar a los profesionales para ejercer los cargos gerenciales de los ministerios, modernizó la administración de los diferentes departamentos y fomentó la descentralización. Sus aportes nacionales y en el exterior son extensos e invaluables. Fue Ministro (1959-1964) del anteriormente Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), lo que hoy es conocido desde Hugo Chávez como Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS).

Ahora si observamos detalladamente los méritos académicos/logros de los Ministros de Salud desde el año de la fundación del Ministerio (1936), nos daremos cuenta que fuimos en detrimento desde personalidades de impecable trayectoria, médicos científicos destacados por su nivel académico, investigativo, innovaciones y/o por ser fundadores de obras de importante aporte social y educativo; hasta caer en Ministros de Salud militares y políticos con nulo criterio académico-científico, para la administración de algo tan complejo y delicado como lo es el sistema sanitario de un país  —aunque de malas elecciones de administración del sistema sanitario (y otros ministerios) no se salvan algunas gerencias Adecas o Copeyanas, probablemente por su inclinación hacia decisiones populistas y demagógicas—.

Los únicos criterios de los Ministros de Salud del Chavismo-Madurismo son, o bien los de su ideología retrógrada, o el criterio de la corrupción y el robo de los recursos destinados al beneficio de los pacientes, tal es el caso de Eugenia Sader (¡casos hay muchos!); desde mi punto de vista, como las consecuencias son nefastas y fatales, no puedo llamarles ligeramente “corruptos”, sino criminales.

Muestro la Bio de Twitter del Ministro actual Luis López, de éste ni siquiera se encuentran registros para conocer su formación académica o aportes realizados, que le den los méritos para ostentar el cargo; empero lo que sí es notorio de su perfil, es la continuidad que da al adoctrinamiento Chavista, mediante el gran alcance social que tiene la red hospitalaria y ambulatoria. Mientras el Ministro Luis López está en su campaña “Chavista-antiimperialista”, los niños con leucemia, enfermedad que en otros países (¡y es que aquí antes lo era!) es una enfermedad con alta tasa de curación según el caso, mueren esperando quimioterapia.

Los pacientes renales (tanto adultos como niños) que requieren diálisis, cada vez que muere uno, se preguntan “¿cuál de ellos será el próximo?”.  Nadie puede imaginar su miedo. Los pacientes portadores de defectos cardíacos que previamente eran sometidos a cardiocirugía o a intervenciones mucho menos complejas para salvarles su vida,  como un cateterismo inmediatamente posterior a un infarto, eran prácticas de cotidianidad, ahora mueren esperando un simple reemplazo valvular, o por un infarto del que pudieron ser salvados, y si sobreviven quedan incapacitados. Estos son apenas algunos casos, pero también están aquellos con patologías en espera de resolución quirúrgica en otras áreas (cerebral, cuello, tórax, abdomen, columna, extremidades)  ¡esperando por un milagro!

No puedo dejar de mencionar a los pacientes que padecen enfermedades psiquiátricas, quienes se han afectado terriblemente, y hemos visto el aumento en los últimos años en la incidencia de suicidios, o incluso asesinatos, como el caso de David Olivares, un paciente esquizofrénico de 52 años y físico nuclear graduado en Harvard, quien asesinó a su hermano. No conseguía su medicamento para el control de su enfermedad. Fue encontrado esperando, junto al cadáver de su hermano. No obstante, el aumento de la incidencia de suicidio se ha visto también en personas que no contaban con un historial de este tipo de padecimientos, y sus familiares dicen que la causa fue “la situación del país” o “no podía llevar alimento a sus hijos”.

Otra realidad grave es la reaparición de enfermedades que se consideraban erradicadas, como la difteria, lo cual refleja que el programa de vacunación dejó de funcionar adecuadamente hace mucho tiempo. El aumento alarmante de nuevos casos de tuberculosis y malaria.

Respecto a la tuberculosis, previamente manteníamos un programa de control de esta enfermedad modelo para América Latina (y de control de Malaria también), con bajas tasas de infección con respecto a otros países del hemisferio; por cierto no hace mucho (entre otros importantes investigadores y trabajos realizados) en el año 2014 el Joven Julián Villalba, Médico Venezolano, recibió un premio de la Organización Unión Internacional contra la tuberculosis y enfermedades respiratorias por los resultados de su investigación en la tuberculosis infantil de la comunidad Warao en el Delta del Orinoco, la cual hace importantísimos aportes en la rama del tratamiento y prevención.

Hoy en día el programa es un completo desastre por falta de registros formales, ocultamiento por parte de las autoridades sanitarias de información a la población, con lo que no se toman las medidas ni preventivas ni curativas, y peor aún, existe un grave desabastecimiento de los materiales para el diagnóstico y las drogas antituberculosas; hecho que se combina con focos de infección en las cárceles, en los ancianatos, y en la población general que padece malnutrición y/o déficit de proteínas, lo cual me hace decir con total seguridad (a pesar de no tener los registros oficiales, y de momento no los obtendremos) que estamos ante una epidemia de tuberculosis, y que numerosos casos son reinfecciones o han recibido tratamientos incompletos, lo que originan casos muy complicados, multidrogorresistentes, muchas veces condenados a muerte, sin distinción de género, ni edad, y ahora ni clase social. Este último aspecto es resaltante, porque la tuberculosis es conocida por tener una alta presencia en donde reinan la pobreza, la miseria y la desnutrición.

Danissa Ramírez

Médico Neumonólogo

Adjunta al servicio de Neumonología del IAHULA hasta marzo 2018