En Venezuela podríamos decir que la libertad es vivir tranquilo, sin preocupaciones por la falta de alimentos y medicamentos, vivir sin temor a salir de casa y no tener la certeza de regresar, pues son nuestras necesidades más importantes.
Quizás esta definición de libertad pueda resultar un poco vaga para quienes han vivido bajo un sistema dictatorial, en estado de guerra o en medio de una reclamación de territorio, de este modo. La libertad en estos momentos, para un niño sirio, es dejar de correr huyendo de la guerra, y comenzar a correr sólo para divertirse y disfrutar de la niñez. Pero cuando hablamos de libertad en un país de tradición democrática, este concepto se enfoca menos en lo más esencial y se convierte en una necesidad más amplia, que cada vez se va superando con miras a la excelencia. Después de todo, así es como debe ser la democracia.
En Venezuela, ser libres era poder expresarse en público sin temer a la persecución o agravio. Era caminar en la calle con algún accesorio o prenda alusiva a algún partido de oposición sin que algún «ente de seguridad» aliado de la tiranía te detuviera y alegara que estás incitando al odio.
Desde hace 19 años las calles de nuestro país se convirtieron en escenario de constantes protestas, en un continuo desahogo de malestares; héroes anónimos luchando por lo que para ellos es correcto en medio de gases lacrimógenos lanzados por la GN intentando callar las voces de la ciudadanía que con ansías de recobrar la Libertad, gritan todos: ¡fuera el dictador!
Para muchos en Venezuela, recobrar la libertad es tan sólo un sueño difícil de alcanzar. Para mí, es una luz intermitente que a pesar de las tempestades no se apaga, por el contrario, cada día recobra más fuerza y brilla con más intensidad.
La Libertad está tocando nuevamente a nuestra puerta, es nuestro deber como venezolanos seguir luchando para alcanzarla.
Recordemos que no somos pocos, no estamos solos, y no somos débiles. ¡Vamos a conquistar la libertad!
¡Falta poco!
@geneherrera77
Coord. Vente Joven Vargas