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La madrugada del 4 de febrero de 1992, había un plan en ejecución y una vida por eliminar, la del Presidente Carlos Andrés Pérez (CAP). Los autores y perpetradores de esta conjura fueron formados con los ideales de la muerte y su revolución fue consumada bajo las sombras del magnicidio, pero más allá de asesinar a CAP -quien salió ileso-, hirieron de muerte a un país.

La revolución tomó el poder por la fuerza en 1998, aunque en las urnas, fue bajo la fuerza de la manipulación y la mentira. Su plan no era distinto al original; asesinar y acabar con una generación para  crear una a su imagen y semejanza. Veinte años han pasado, su plan ha mejorado y continúa en ejecución, hoy ya no solo matan con armas, le quitaron la libertad a los venezolanos y no pueden elegir que comer ni con que curarse. Todo parece ser el guión de una película de ficción, pero no, es la viva realidad, un guión cubano de dominación.

Durante 20 años han acusado al mundo desarrollado de querer acabar con su revolución y han apresado a los culpables de supuestos magnicidios y golpes de estado, como el del llamado «Golpe Azul» durante el gobierno de Chávez. Cosa que ha replicado aquel que tomó la herencia revolucionaria de Hugo Chávez, también por la fuerza, Nicolás Maduro. Hay quienes aseguran que Nicolás superó al barinés en cuanto a denuncias de magnicidio, pero como dice aquel popular refrán, «no es lo mismo invocar al diablo que verlo llegar», aunque ellos son el diablo así que no debe haber miedo alguno porque ellos mismos se invocan y se ven llegar.

El pasado 4 de agosto a las 05:15pm, en cadena nacional desde la avenida Bolívar en la ciudad de Caracas, lugar al que no asistían desde hace un buen tiempo, «un atentado» con drones cargados de explosivos, 7 oficiales de la agrupación de parada heridos, todos en la Tribuna Presidencial a salvo, una cámara que inmediatamente cambia la toma y un pronunciamiento de Rodríguez, dos horas después del hecho, único medio autorizado que hablaba del «atentado», del «magnicidio», era Venezolana de Televisión (VTV).

Esos son los elementos del evento sucedido en Caracas, un supuesto intento de asesinato contra quien se mantiene de forma ilegal ocupando la silla presidencial.

¿Pero quién quiere asesinar a Maduro? Venezuela si necesita justicia, por tanto daño que le han hecho, por los que ellos asesinaron, los que mueren de hambre, los que comen de la basura, quienes mueren de mengua en los hospitales, quienes son robados y asesinados por el hampa, justicia por quienes se han ido del país. Si, ese es el anhelo de los venezolanos, justicia y libertad.

Pero no se hace justicia con la muerte, se hace justicia ante la ley y tras los barrotes.

Venezuela no necesita un asesinato más, el país tiene la obligación de preservar la vida de quienes ocuparán las celdas por haber estafado, desfalcado, arruinado al país, por haber destruido la República, la muerte para los corruptos y los asesinos sería un premio. Nadie descarta que lo ocurrido el 4 de agosto es otro de sus planes para que el mundo crea que el pueblo los apoya, buscan vestigios de legitimidad arriesgando la vida de quienes se encontraban en la Av. Bolívar, no tienen límites.

Lo ocurrido el 4 de agosto no es más que un magnicidio descartado.

@DilioJose