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Comenzaba una nueva sesión de la Asamblea Nacional Venezolana, luego de que la presión ciudadana, y las últimas medidas políticas en materia económica de la dictadura, la obligaran a finalizar un receso parlamentario que los ciudadanos no concebíamos. Días antes del establecimiento de este receso, el Tribunal Supremo de Justicia Legítimo de nuestro país, dictaba sentencia en contra de Nicolás Maduro por cargos de corrupción. La respuesta parlamentaria, fue ignorar lo establecido en el 220 constitucional (Que habla de sesiones extraordinarias y de urgencia) y encargar en una comisión delegada asuntos operativos. Venezuela estaba indignada.

El orden del día, tenía como punto único, abordar el tema político económico de las medidas en el seno del parlamento, obviando nuevamente, el clamor popular y la presión internacional, como fue el caso de la carta emitida por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, al presidente de la Asamblea Nacional, Dip. Omar Barboza. Un grupo de diputados, de distintos factores políticos, mostraban su profundo descontento ante este hecho, los integrantes de la Fracción 16 de Julio entre ellos.

La falta de constancia y coherencia en su accionar, había causado un descrédito enorme de la Asamblea Nacional entre muchos ciudadanos, que aún no comprenden, que luego del plebiscito organizado y de la declaratoria del abandono del cargo, muchos de sus integrantes desconocían el mandato popular y los acuerdos internos. ¿Habían ganado los intereses partidistas y el pragmatismo acomodaticio la batalla política en este poder? ¿O es que la frase de Andrés Eloy Blanco “Nada hace tanto ruido que un carro viejo y un diputado nuevo” estaba más vigente que nunca?

El cambio en la agenda estaba aprobado, por insistencia de la dignidad sobre la politiquería. Los venezolanos podríamos disfrutar de un debate y de posiciones a la altura de las circunstancias actuales. Un debate, que se vería marcado entre una clase política regenerativa y otra degenerativa. Un debate que se dio de forma parcial, pues al parecer, la única línea de pensamiento parlamentario, es la partidista, tan simple y llano como esto pueda escucharse.

Comenzábamos mal, se escucha a un diputado afirmar “que los verdaderos problemas políticos de los venezolanos” son los que están enmarcados dentro del radio político-económico, y nos damos cuenta del gran vacío político (o de la gran laguna ideológica) que aleja del contexto real a quien lo afirmaba. Los más experimentados, no por esto los más calificados, hablaban nuevamente de elecciones y de farsas institucionales. ¿Cómo pueden pedirle confianza a las instituciones que controla el Chavismo en materia electoral, si no generan confianza en una institución como la Asamblea Nacional que controla ampliamente la oposición? La demagogia y el populismo embriagaban hasta a los más sobrios.

El bastión moral de la Asamblea Nacional, se vio reflejado en quienes con sus discursos abonaban el terreno para cumplir la sentencia del Tribunal Supremo Legítimo y el vacío institucional que esto dejaba. La excusas demagógicas y el aferro leguleyo (como que si de una biblia se tratara) disipaban estos intentos, en donde la Fracción 16 de Julio, en valiente discurso, junto a otros de sus colegas diputados, contra argumentaban la necesidad existencial de avanzar en la ruta de la salida de la dictadura como única opción para reconstruir el país. Quedó demostrado, en cada uno de sus discursos, que la verdad, la coherencia y el aplomo, eran armas muy poderosas en contra de quienes defendían lo indefendible.

Las interrupciones causadas, me arrojaron dos conclusiones valiosísimas: Jamás se es demasiado joven para estar contaminado, con respecto al Dip. Paparoni, y que algunos proyectan sus debilidades y carencias en otros que consideran con más valor moral, cómo es el caso del Dip. Guzmán, quien llamó “Chulos” a quienes abogaban por la coherencia y la dignidad, cuando él formó parte de un equipo de campaña y de gestión, marcada por la corrupción de Odebrecht. En Venezuela, quizás, tengamos “OdeDiputados”.

Había temblado en el parlamento, luego temblaría en el país, una réplica de menor intensidad que la institucional. Quedó claramente marcada las posiciones existenciales, más no políticas, de quienes están en estos momentos representando el único poder legítimo del país. Un temblor que acababa de marcar un punto de inicio en todos los debates y acciones que puedan emanar de nuestra Asamblea. Para mí, como muchos, un temblor de energía esperanzadora, pues quedó demostrado que pocos pueden más que muchos, cuando se tiene el objetivo claro y se es libre de consciencia y espíritu.

A pesar, que la Asamblea Nacional, acató la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo, lo hizo de forma parcial. Todavía están en deuda con millones de venezolanos, incluyéndome, que pedimos a nuestro parlamento que esté a la altura del momento político y sus circunstancias. Un parlamento que pueda llenar el vacío que en estos momentos existe en el ejecutivo. Pero más que esto, que haga valer el mandato ciudadano por el cual fueron electo, que les recuerdo (basado en sus promesas de campaña) y en el mandato del 16 de Julio: No es solo para legislar, sino para sacar a la dictadura del poder.

Ojalá siga temblando, en el parlamento.

@FSMarcano