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(Aragua 30.08.18) Con el paquetazo rojo vino incluída una acción por demás macabra que autonombré “saqueo oficial”, debido a que así mismo se sintió en los establecimiento en donde comuneros y miembros del régimen se dedicaron a inspeccionar los establecimientos del municipio Mario Briceño Iragorry para bajar los precios ajustados al paquetazo de productos regulados -25 en total- sin tomar en cuenta facturas que visiblemente dejaban ver que esos productos fueron adquiridos a precios muy superiores; no hubo conciliación, advertencia ni oportunidades.

Quienes de alguna manera sabemos que el porcentaje de ganancia de un producto debe oscilar entre 30 o 40 % de la compra, esperábamos mínimo un cálculo por parte de este enjambre comunista para no poner en riesgo de quiebra a los vecinos comerciantes Pues muy ingenuos porque no fue así, las tarifas eran ajustada a la canasta de los 25 producto, una vez realizada esta acción impuesta bajo una autoridad mancilladora, la pesadilla no terminaba Estos supuestos fiscales  eran acompañados por una gran cantidad de ubchistas y comuneros, que una vez que bajaban los precios hacían sus compras como marabuntas dejando los locales vacíos sin darle oportunidad a los clientes asiduos de los locales a beneficiarse de las rebajas.

Nadie se salvó en el muniipio, ni siquiera los vendedores de frutas y hortalizas, aún a estos comerciantes les aplicaron el recurso de 30% de ganancia, pero con un pequeño detalle, no de sus facturas de compras si no una factura que llevaban como referencia en donde los precios no eran ni parecidos a los que ellos adquirieron el producto; el argumento que sus facturas no era legales y las misma presentaban toda la información legal exigidas por el fisco.

Ante el asombro de los expendedores, sus productos fueron regulados a precios no oficiales, atropellando así sus derechos.

Una vez realizado el ajuste las mismas fechorías del día anterior, comuneras y fiscales con cesta en mano se disponían a comprar todo lo que podían. No solamente es atroz esta acción, sino tambié ilegal, amparándose en una autoridad ilegítima y actuando de forma corrupta.

De todo esto nos queda el sin sabor, la impotencia y, por sobre todo, una vez más la evidencia de que son solo unos delincuentes disfrazados de autoridad. Una autoridad vil y funesta sin ápice alguno de integridad.