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El dictador Nicolás Maduro profundiza su desprecio por el venezolano y por todo aquello que opinamos los venezolanos, siendo este nuestro derecho, pero también sabemos que toda idea que sugiera algún tipo de cambio en el poder está siendo castigado con la cárcel en Venezuela.

El delito de opinión se ha convertido en una imputación común entre quienes se expresan, como si no existieran motivos suficientes para hacerlo; para criticar, renegar y hacer catarsis. Controlar lo que opinan los ciudadanos a través de twitter, Facebook o cualquier otra red social, y otras expresiones como caricaturas, reportajes, investigaciones periodísticas independientes o parodias de personas comunes, se ha convertido en la tarea favorita de quien criminaliza la verdad, es decir de la dictadura.

Mientras somos controlados, desinformados y encarrilados a la miseria en su máxima expresión, algunos desde su junta política socialista-comunista aseguran que el aparato político de Maduro se fortalece, las elecciones a concejales están próximas y con esta, la indiscutible victoria del PSUV. De igual manera, destacan que estrenaremos Constitución y se repatriarán más venezolanos, y que por supuesto la comunidad internacional no tiene nada que opinar de Venezuela. La opinión sigue siendo el blanco de quien sobrepasa las normas y aplasta todo derecho humano, toda institución en pro de nuestro país y elimina cualquier posibilidad de adversario.

Pero esta junta política no es cualquier junta política, es la élite que controla junto a Nicolás Maduro todo el aparato productivo del país, es decir son quienes están asesinando a los venezolanos. Son quienes han provocado el más grande éxodo latinoamericano en los últimos 50 años. Son quienes ofrecen migajas a través del carnet de la patria y quienes niegan servicios de salud a las personas que se oponen al régimen. Son quienes desalojan a los niños con cáncer del Hospital JM de los Ríos porque sus padres protestan por falta de medicamentos. Son quienes controlan a través de la nueva pasarela de pago el dinero de los venezolanos y sus remesas. Son quienes han dejado al abandono a la población de la tercera edad. Son quienes promocionan las invasiones de la propiedad privada y condenan a empresarios y comerciantes que NO tienen ya más nada que vender. Son quienes deciden a qué joven perseguir o asesinar porque participó en las protestas de 2014 o 2017, son quienes, cayendo en el desconocimiento de los dictámenes básicos de la dogmática jurídica, incurren en un abuso del Derecho y en la práctica de la aberración.

Es la aberración de un excéntrico y paranóico tirano que se deleita de las mejores carnes de Estambul y se engrandece frente a la historia del Imperio Otomano, es que sin lugar a dudas con ellos se identifica, pues el Estado imperial otomano tuvo como principal estrategia eliminar a la población armenia a través de la deportación masiva de estas aldeas. Este trazado de agonía conllevó a la muerte a más de 2 millones de armenios durante ocho años, en los que se obligó a mujeres, hombres, niños y ancianos iniciar el viaje hacia su propia muerte.

Anónimos del dolor sufrieron eternas caminatas sobre el desierto, en donde el hambre, la sed, los maltratos físicos, torturas, las violaciones, decapitaciones, representan caravanas de muertes que dejaron sangre y lágrimas, vestigios de un “exilio” que imponían las autoridades turcas como habilidad para lograr la desaparición del pueblo armenio en territorio otomano. ¿Es acaso una casualidad lo que sucede en Venezuela?  Los elogios a su propio ego parecen responder a esta interrogante.

Las actuaciones aberrantes del dictador serán cada vez más irracionales, se debe deslegitimar y hasta eliminar a todo oponente afirma Luis E Concepción (2010), en su artículo El Análisis del Discurso y su relevancia en la Teoría y Práctica Política, que sin opinión y “sin discurso no existe manera de conocer al (los) contrario (os), y demostrar que “las prácticas hegemónicas siempre suponen el ejercicio (..)de poder”, es por ello que habrá más desaparecidos, encarcelados y perseguidos, más impedimentos para hacer periodismo, más reporteros sin sus medios de comunicación, más intimidación frente a quien opine en las redes sociales, más incertidumbre porque se desconocerá mucha información frente a la infinidad de información, más miedo, más desesperación, pero también más esperanza.

Porque el aberrante dictador está acorralado y en su última fase, y sus tácticas son su mayor delator.

 

 @waliwaa, afiliada de Vente Mérida