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En estos días alguien me hizo esa pregunta con cierta ironía, y lo entiendo, me sentía en la responsabilidad de darle una respuesta satisfactoria en virtud que el hacerme la pregunta era motivado por el hecho de pertenecer a la plataforma de Vente Venezuela.

Le conteste que Vente Venezuela era la única plataforma política que había crecido en el 2018, que es el único partido que todos los días suma voluntades, que cada día más y más se afilian, y que el liderazgo de quien tiene la responsabilidad de ejercer la coordinación nacional es el único liderazgo individual que creció en  2018, que el quiebre, más que una estrategia, es una necesidad y que esa necesidad requiere de voluntades, y que a pesar de todo lo que crecimos aún no era suficiente, necesitamos seguir sumando voluntades y que el quiebre deje de ser una necesidad y se transforme en un sentimiento nacional. Cuando eso ocurra, el quiebre será indetenible, porque en ese punto, ya los organismos de seguridad del estado, soportes de la dictadura, habrán sido infiltrados. Y ya no habrá marcha atrás.

A la gente le cuesta entender ese discurso acerca de “El Quiebre” y yo lo entiendo, no es fácil digerirlo, pero aún cuando no me gusta establecer paralelismos por considerar la transición en Venezuela un caso inédito, el ejemplo del derrumbe del socialismo en la Europa Oriental es una ilustración, que cuando un sistema no es sustentable en el tiempo, simplemente colapsa de un día para otro. Y eso se logró a la fuerza, pero sin un disparo, sin tanques de guerra intimidando en la vía pública, es la fuerza de la voluntad, asistidos de la razón, armados de determinación. Acaso ¿Alguien logró pronosticar que un 9 de Noviembre de 1989 caería el Muro de Berlín?

En un país donde toda la sociedad parece un espejo, los organismos de seguridad del estado actúan exactamente igual que aquellos a quienes deben enfrentar, que además de ser su deber, es su razón de ser. La imagen especular, son  los colectivos armados, el estado fallido les han delegado la responsabilidad de velar por  la seguridad ciudadana en sus áreas de influencia.

Veinte años de ideologización, veinte años de un estilo de hacer política, encuentran también un espejo, una imagen que rebota en algunas vocerías, resultan idénticas a aquello que adversan, el discurso llano, liviano, que en algún punto se vuelve procaz, soez. Y más triste aún, a veces luce demasiado improvisado. Para ese estilo también les ha llegado la hora menguada que precede a un quiebre. ¿En qué momento se volvió un paradigma que lo popular es vulgar y viceversa? ¿Qué gritar es más importante que convencer? ¿Cuándo resultó ser más conveniente ser mediático que ser coherente? Se nos extravió Gallegos, Medina Angarita, Uslar, la decencia como orgullo, la probidad como bandera. ¿La esperanza? Que el talento existe, está allí en la juventud que estudia, está en ese momento en que tomemos la decisión de hacer las cosas que nos permitan sentir más orgullo por la venezolanidad que por el Salto Ángel. Y esa decisión también es una ruptura, un quiebre, y es una decisión personalísima de cada quien. Y esa fecha de ese quiebre le corresponde a cada uno cuando asumirla.

Raef Zibaqui