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Durante todos los años que los venezolanos hemos sido víctimas de este régimen, se ha notado nuestra capacidad de adaptarnos a un ambiente de catástrofe, incertidumbre e incluso hambre, y esto en algunos casos puede ser visto como una ventaja.

Personalmente, considero esta capacidad es un defecto de cada uno de nosotros y ha formado parte importante del porqué estamos en esta situación tan precaria, ya que nos acostumbramos a sobrevivir en dichas situaciones en vez de mover cielo y tierra para que se nos restauren nuestros derechos por los que tanto hemos luchado a través de los años.

El miedo es una cosa que nos detiene, en general, nuestro miedo se ha vuelto el cambio, pensamos que no queremos que las cosas empeoren, mientras van empeorando y nosotros vamos “evolucionando” para lograr adaptarnos. ¿Cuándo nos daremos cuenta que conformarse es perder la batalla?

Todos hablamos de lo disgustados que estamos por esta gestión, pero muy pocos hacen que su voz sea realmente oída, y lo más triste, es que todos tenemos puntos válidos, y todos tenemos que expresarnos, pero de manera eficaz y hacia el mundo, no solo hacia nuestros familiares y amigos.

Debemos ponernos a pensar que la rebeldía en la mayoría de los casos, es pacifica, no por sus medios, sino por su fin, ya que cuando se trata de nuestro país, no debe haber excusa alguna para gritar tan alto como se pueda, o sudar en gran cantidad, e incluso para unirnos con personas con las que nunca pensamos ni dirigirles una palabra.

En este sentido, ser pacifico no significa bajo ninguna circunstancia ser débil, y esta país ha demostrado en varias ocasiones que quiere evadir lo más posible cualquier escenario violento, pero también ciertas personas llevando una bandera en su pecho, han demostrado que lo darán todo por liberarlo.

La mayoría de esas personas, pensando en un mejor futuro para sus hijos, para sus padres o incluso para ellos mismos, aunque el venezolano ha renunciado muchas veces a su derecho personal a ser egoísta, a preocuparse primero por él, lo cual es muy común en todo el mundo, pensar primero por la persona en sí y luego por los demás.

Venezuela tiene que aprender a ser egoísta de manera conjunta, que aunque suene extraño, es la única manera, cada persona defendiendo sus derechos propios, reclamará los mismos.

En el exterior ya existen muchos adjetivos para los venezolanos, pero nosotros sabemos, que de una manera u otra, uno de esos debe ser “luchadores”.

Héctor Tovar