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Difundida la información por distintos medios, ya conocemos algo del asalto y saqueo realizado por Alejandro Andrade al erario público. Prolongado, sistemático y, a veces, no tan sofisticado, avisa de toda una ingeniería financiera propia de las características alcanzadas por el Estado Criminal.

Sesenta y un años antes, huyó del país Marcos Pérez Jiménez con las cuentas bancarias abultadas en el   extranjero, por lo que poca mella ocasionaría la maleta olvidada que alguna vez atapuzó de dinero. Comparadas con el presente, se dirá de unas cifras ridículas que, luego, permitieron extraditarlo desde Estados Unidos para procesarlo, pero lo cierto es que, cumplida la sentencia, se hizo de una casa en España para multiplicar el patrimonio ya trastocado en un hombre de negocios, acaso de una austeridad tesonera, propia de la mentalidad andina, sin que le tentara el regreso a las faenas políticas por mucha que haya sido la insistencia e ínfulas de sus seguidores.

Ahora, Andrade es el prototipo por excelencia del “hombre nuevo” que ascendió burocrática, política y socialmente, como si fuese un requisito indispensable, desde sus funciones como guardaespaldas de Chávez Frías, hasta colocarse – luminoso – en el firmamento de los elencos del poder establecido. La inicial contabilidad de sus bienes, asombra no sólo por la cuantía de los millones de dólares que lo indigestaron, construido el laberinto bancario, sino por la estridencia de una mentalidad definitivamente petrolera, convertida la afición en una disparatada extravagancia por los caballos de paso, los buenos licores y el golf.

Hay quienes lo creen un caso aislado, siendo tan estúpida la pretensión, cuando el Estado – desfallecido – ha experimentado su transformación en un quizá sólido mecanismo para el ejercicio fraudulento de una dirección que también encuentra la agazapada complicidad entre quienes dicen adversarlo. Una de las puntas del insólito iceberg, surge una complicada trama, como la representada por Raúl Gorrín, que avisa de la formidable tarea que nos espera para sanear al Estado que va quedando, refundándolo, y de la misma dirigencia política afectada por la masiva contaminación de un siglo XXI que se dijo diferente.

Al principiar 2016, Vente Venezuela promovió una legislación relacionada con los capitales sucios y su recuperación, añadida una metodología de comprobado éxito internacional, que no mereció la debida atención de la Asamblea Nacional, aunque – más vale tarde que nunca – está hoy planteada una regulación – por cierto – demasiado cadenciosa, frente a la urgencia. Más allá de los tres carritos de golf que le incautaron, la Comisión Especial que investiga la trama Andrade – Gorrín, al fin se instaló, con la membresía y participación del diputado Juan Pablo García, uno de sus notables motores.

@LuisBarraganJ