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Desde el año 1999, cuando llega a la presidencia Hugo Chávez, una de sus promesas fue que «no habrán niños en la calle», y promovió, promulgó y se sancionó una Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, para garantizar los derechos de todos los niños venezolanos. Esta ley garantiza una triada que involucra el Estado, la familia y la sociedad como corresponsables, y hace relevantes unos principios de los que destacan Prioridad Absoluta y el Interés Superior del Niño. Una ley hecha en socialismo que es violentada a diario por un régimen irresponsable, enfocado en intereses particulares.

 

Basado en esto, trataré de explicar lo que es vivir como niño en Venezuela:

Según estudios científicos, un niño al ser concebido, siente y se prepara para el mundo exterior, por lo que los infantes venezolanos antes de nacer son sobre estimulados, motivados al  estrés diario que sufren las embarazadas buscando alimentos, medicinas y productos necesarios para satisfacer las necesidades básicas para el sano desarrollo de su embarazo.

Al momento de nacer, los niños deben aprender a subsistir, como un animalito salvaje, por la falta de recursos no tendrá ropa, no tendrá leche porque es incomparable, aprenderá a andar descalzo y de acuerdo a la educación de sus padres podrá ser amado o maltratado, dependiendo también del estrés o la predisposición de los progenitores.

 

Un niño en Venezuela si llega a ir a la escuela, su viacrucis comienza desde tempranas horas, porque no tiene alimentos para desayunar, no tiene uniformes ni zapatos, va al colegio sin bañarse por no tener agua, jabón y champú (parece mentira pero es verdad). Es necesario entender que un niño que no se alimenta bien, le es difícil aprender, ya que las necesidades biológicas son primordiales para cualquier ser viviente. Sin embargo, al régimen no le interesa y no le preocupa, porque el currículo educativo actual no exige leer, escribir o sumar, así que una cosa compensa la otra. Es de rogar que los niños tengan la suerte de encontrarse con una dulce maestra, porque la situación de los docentes no está nada fácil.

Si un niño se enferma en Venezuela, disponemos de la fe y la esperanza de que sus defensas funcionen correctamente a pesar de la mala alimentación, porque medicamentos no hay, los hospitales no cuentan con insumos, medicinas, ni especialistas. Los niños enfermos solo cuentan con la buena fe y la vocación de algunos residentes y las maravillosas enfermeras que aún permanecen en los recintos. El Estado viola el derecho a la salud de cada niño.

Cuando un niño en Venezuela tiene tiempo libre o no está escolarizado, no tiene espacio para la recreación o actividades complementarias, porque no existe algún centro cultural público con las condiciones para prestar servicios; aunado a esto, la mayoría de los niños, desde muy pequeños, tienen que madrugar y hacer largas colas, acompañando a sus padres en los abastos o supermercados; en todo caso, si no hay dinero, pedir comida en panaderías y restaurantes o buscar comida entre la basura.

Los niños en Venezuela sufren falta de atención y hasta de abandono por los padres y familiares, sea esto por falta de tiempo, irresponsabilidad o porque emigraron del país, lo que pone en riesgo su integridad personal exponiéndolos a constantes maltratos, abusos sexuales, trata y tráfico de niños, y ser manipulados para cometer delitos o distribución de drogas.

Muchos se preguntan qué hace el gobierno, dónde están las autoridades o qué hacen la instituciones; por lo que muy francamente les voy a contestar: el régimen que mantiene secuestrada a Venezuela no hace, ni ha hecho, ni hará nada, no le interesa y no les conviene hacer algo a favor de los niños porque quieren un pueblo sumiso, dependiente e ignorante que puedan manejar a su antojo.

En lo que respecta a algunas autoridades, les puedo decir, que muchos de esos funcionarios tratan de cumplir su trabajo y, desde mi punto de vista, se mantienen allí por vocación de servicio; porque al igual que todos, el sueldo no les alcanza y trabajan como pueden, porque no tiene equipos, utensilios de trabajo, vehículos para traslados y algunas instituciones ni siquiera una infraestructura adecuada. Podríamos nombrar el caso de los tribunales de protección del estado Aragua, que a pesar que su personal, es muy colaborador, no hay impresoras, el sistema juris nunca funciona, el espacio es muy reducido y el aire acondicionado no funciona, lo que ocasiona que el calor sea insoportable, que se extravíen los expedientes y que no se cumplan los lapsos establecidos por la ley.

Otro caso que podemos mencionar es Sapanna Aragua, donde a mi parecer la funcionaria policial que ocupa la coordinación de la institución no está capacitada para el cargo; aunado a esto, no cuenta con insumos y alimentos para los niños, ni materiales para la educación y recreación, así como ambientes adecuados para la estadía, por lo que mucha veces los niños prefieren estar en la calle.

 

Ser un niño en la actual Venezuela no es nada fácil, nuestro futuro depende de cada niño, ellos no son responsables  de las decisiones de los adultos, ni culpables por el régimen que tiene secuestrada a nuestra Venezuela.

Los niños merecen una familia, buena alimentación, medicinas, educación, vestidos, recreación. Los niños venezolanos merecen ser felices, merecen un mejor país.

 

Abg. Jhonny Arnaldo Lara