A 205 años de la batalla de la Victoria que salvó la segunda República, Venezuela se enfrenta a un desafío mayor, a la supervivencia como venezolanos. Estamos inmersos en el más abominable régimen totalitario jamás visto en nuestro hemisferio que ha logrado expulsar a nuestros conciudadanos, dejar morir de hambre y mengua a la población, destruir nuestra economía, y ceder nuestra soberanía nacional.
A pesar de que muchos de los que hoy estamos al frente de esta lucha existencial no tuvimos responsabilidad ciudadana de dejar perder la democracia y en consiguiente, nuestra libertad. Estamos dispuestos a sacrificar nuestros mejores años en seguir luchando por la libertad de Venezuela, por los que dejaron perder la democracia, por quienes no hemos vivido en democracia y por millones de venezolanos que están por nacer y no merecen vivir en cautiverio.
No hay duda de que los venezolanos y nuestros aliados sabemos lo que tenemos que hacer, y solo aplicando la fuerza sin demora y sin vacilación lograremos erradicar esta peste roja que pretende exterminar a la nación venezolana, nuestro tiempo es corto, el hambre, la muerte y el llanto de la familia no pueden esperar más, avancemos y concretemos la mayor certeza que hoy tiene nuestro país: La Libertad.
No falta mucho, falta poco, pero este corto trecho que falta por recorrer debe recorrerse en la ruta del coraje cívico compuesto por las tres fuerzas fundamentales que son necesarias para conquistar la libertad; la fuerza institucional de la asamblea nacional y nuestro presidente interino Juan Guaidó, la fuerza internacional del mundo libre, y la más determinante de todas, la fuerza ciudadana que entienden cuál es su deber histórico, luchar hasta vencer, y vencer significa derrotar a la tiranía y sus mafias y empezar cuando antes la reconstrucción de una nación que nació para ser libre, prospera, buena e infinita.
@JuanFreites