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20 años de chavismo. Eso se traduce en dos décadas de narrativas que, además de haber creado odio, división y haber fomentado el resentimiento entre los venezolanos, también se tradujeron en el intento de hacer del “antiimperialismo” un modo de vida.

Nadie puede dudar de los innumerables y cuantiosos recursos que recibió el chavismo. Nadie duda que se robaron miles de millones, mientras no les importaba hundir al país en miseria, hambre, dolor y huida. Y hoy, nadie duda, que tanto dinero invertido en una narrativa antiimperialista, contra los Estados Unidos, fracasó.

A pesar de 20 años de constante ataque, a pesar de dos décadas de propaganda anti Estados Unidos, los venezolanos nunca han dejado de ver a ese país como un aliado amigable, como un país de oportunidades y hasta como un destino para viajar. Incluso, los jerarcas del régimen, mueren por ir hasta allá, se regocijan entre productos “made in USA” y les duele profundamente que sus visas hayan sido revocadas y sus bienes, producto de la corrupción y otros delitos, hayan sido congelados.

Venezuela siempre ha sido un país cercano a los Estados Unidos, históricamente, por la independencia; no sólo geográficamente por Isla de Aves y su cercanía con Puerto Rico, sino culturalmente desde que las grandes multinacionales del petróleo comenzaron a operar en Venezuela, trayendo cosas como el béisbol a nuestras vidas. ¿Alguien se ha preguntado por qué somos el único país de América del Sur que prefiere el béisbol que el fútbol? He ahí la respuesta…

Pretender ignorar eso, al igual que desconocer las estrechas relaciones democráticas que llegamos a tener, en su momento, con los Estados Unidos de América, es osado y hasta inútil. A pesar del “lavado de cerebro”, de la propaganda y del discurso, no han podido quebrar el sentimiento de gratitud y de agrado que tienen los venezolanos hacia lo estadounidense.

No, no quiere decir que seamos “cachorros del imperio”, sino que somos ciudadanos que, a pesar del inmenso dolor de saber lo que se siente no tener libertad, porque nos la arrebataron, sabemos que no hay país más amante de la libertad que ese; que sus imponentes ciudades e historias compartidas. Además, aglutina los valores de Occidente, esos que nos relacionan y que nos hacen occidentales antes que estadounidenses o venezolanos.

Hoy, frente a la innegable emergencia humanitaria y antes los riesgos que el régimen representa para Occidente, los Estados Unidos ha tomado la batuta en la conducción de la presión internacional y de la ayuda para aliviar nuestro drama. No es poca cosa. No se trata de injerencia (como la cubana), ni de invasión (como la de los grupos terroristas y guerrilleros que hacen vida en Venezuela) contra nuestro país. Todo lo contrario: Venezuela es un país secuestrado y la liberación, desde afuera, es tan necesaria como la fuerza interna, entre ciudadanos e instituciones, que permitan alcanzar la libertad y la democracia.

Basta con ver la opinión pública favorable a los Estados Unidos, para entender que el chavismo ha fracasado en su intento de que los venezolanos se opongan a ese país y su cultura. Si hay una sociedad favorable a los EE.UU. y que apoya el rescate por parte de Occidente, es la venezolana. Nunca antes habíamos sido más pro-EE.UU., y es por razones obvias: la libertad está muy cerca y nos respaldan en su rescate.

El chavismo fracasó en su narrativa “antiyankee”… y será derrotado