Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official
Emprendí mi viaje desde Mérida a la frontera el día 22 de febrero en la tarde. Pasé sin mayores contratiempos en compañía de dos compañeros del partido y llegamos a Cúcuta ese jueves a las 7pm, en donde fuimos recibidos por una gran amiga y miembro de Vente que hoy reside en Colombia.
Esa misma noche asistimos a una conferencia en la Universidad Francisco de Paula Santander, en donde escuchamos a Lorent Saleh relatar su dura historia y los detalles del traslado desde El Helicoide hasta Madrid, luego de haber estado 4 años preso por el chavismo.
El día 22 de febrero tuvimos agenda política muy nutrida, recibimos en el aeropuerto Camilo Daza de Cúcuta a senadores colombianos de la talla de Paola Holguín, María Fernanda Cabal y el congresista Juan David Vélez, quienes han demostrado un gran compromiso con la lucha venezolana.
En el mismo lugar, pudimos saludar al magistrado del TSJ en el exilio Rafael Ortega, a quien le expresé agradecimiento por la labor que se viene realizando desde el tribunal, quien mirándome a los ojos respondió: «Lo estamos haciendo por ustedes, los jóvenes no merecen vivir esta Venezuela que no fue en la que nosotros nacimos».
Ese día, había mucho movimiento en el aeropuerto, estaban arrivando artistas como Jean Carlos Canela y Ricardo Montaner. Para nuestra sorpresa, llegó una delegación de Eurodiputados españoles a quienes también saludamos con gran afecto, en especial al eurodiputado González Pons, quien recientemente había sido expulsado de Venezuela por órdenes de Maduro.
Frente a frente, estreché su mano y le dije que en nombre de la juventud venezolana agradecíamos que desde el Parlamento Europeo se defendiera la Libertad de Venezuela, a lo cual me respondió: «Yo quiero expresarles a ustedes que para nosotros son un ejemplo para el mundo de bravura y entereza». Finalmente, logré conversar con Eduardo Bittar, líder de Rumbo Libertad, sobre la necesidad de que Venezuela gire hacia la derecha, en un sistema que deje de lado el populismo y estatismo y se dirija a ser una República con instituciones fuertes.
Salimos del aeropuerto pasada las 12 del mediodía y nos dirigimos al concierto. No puedo describir con palabras la cantidad de gente que había presente allí, era realmente impresionante. Entre el calor y la euforia, se sentía una energía única, era el mundo cantando por nuestra Libertad. Para mí, lo mejor del concierto fueron las Palabras del conferencista Daniel Habif, a quien por cierto también pude conocer en su llegada al aeropuerto. Me quedo con su poderoso «¡VENEZUELA RUGE, RUGE!».
Llegó el día importante, el día esperado, 23 de febrero, día en el que acompañaríamos a los venezolanos a ingresar la ayuda humanitaria. Al llegar al puente Internacional Simón Bolívar, habían muchísimas personas haciendo cadena humana, dejando espacio por donde se supone debían pasar los camiones.
 Cada vez se fueron concentrando más personas, pero los camiones aún no llegaban, por lo que los ciudadanos decidieron avanzar mientras llegaban. Comenzamos a caminar junto a miles de venezolanos por el puente, entre gritos y banderas, entre alegría y valentía. Al cruzar más de la mitad, comenzó la feroz represión.
Fuimos atacados con bombas lacrimógenas que, siendo sincero, de todas las bombas que a las que me he enfrentado desde 2014, ninguna me había causado tanta dificultad respratoria como las que allí los criminales nos lanzaron. En ese momento tocó retroceder corriendo, habían muchos asfixiados, incluyendo niños.
Luego de aquella arremetida, la energía se transformó, ya no era alegría y euforia, ahora era rabia e indignación, por lo que la gente decidió avanzar nuevamente, dispuesta a enfrentar a los esbirros. A partir de ese momento comenzó una batalla campal, perdigones y bombas masivas en contra de todos los que estuvieran allí se hicieron sentir, heridos iban y venían, y mientras más heridos salían del puente, más personas se sumaban a avanzar. Nunca antes vi tanta determinación, tanto coraje. La gente sentía que la ayuda humanitaria debía entrar como sea, costara lo que costara, allí estaban los venezolanos dispuestos a dar la vida misma.
Llegaron 4 camiones de ayuda humanitaria, venían con decenas de venezolanos encima de ellos que tenían banderas y rosas blancas. Los camiones lograron avanzar solo hasta el borde del puente del lado colombiano, allí los detuvieron, pues frente a ellos lo que había era una arremetida de los criminales armados en contra de los ciudadanos.
Traté de conversar con varios de los presentes para que me expresaran con mayor precisión lo que sentían. Y confirmé que efectivamente estaban determinados a luchar hasta el final porque lo estaban haciendo por su familia. «Qué me importa mi vida si en Maturín tengo a mi mamá muriendose de cáncer sin yo poder hacer nada», me dijo un joven que solo tenía como defensa una piedra en la mano.
«Hermano, nosotros vivimos aquí (en Cúcuta), tratando de tener algo que comer y a veces ni nos alcanza para ayudar a la familia», fue otro de los testimonios que escuché.
De un momento a otro, la policía colombiana hizo un cordón de seguridad para evitar que más personas avanzaran al puente. Ya la violencia perpetuada por el régimen se estaba saliendo de control. Delante del cordón policial, habían aglomerado muchos venezolanos, incluyéndome. Allí, muchos pedían que les dejaran pasar, pero la policía no lo permitía; al contrario, nos pedía retroceder, en ese momento una muchacha de aproximadamente 23 años gritó: «Aquí nadie va a retroceder -nojoda-, nosotros no vinimos para acá a retroceder como jevas, aquí vinimos para que la ayuda entre a salvar la vida de nuestros seres queridos».
Fueron tantos testimonios los que escuchaé aquel día, era la Venezuela de hoy gritando, la Venezuela sumida en la miseria y el hambre, la Venezuela desesperada, era ver con mis ojos y escuchar con mis oídos lo que desde Vente Venezuela siempre hemos dicho: La Venezuela que no está dispuesta a esperar más porque sabe que esperar representa más muerte.
Las horas pasaron, la batalla en el puente se mantuvo. Heridos de toda índole eran atendidos por médicos y voluntarios venezolanos en una pequeña carpa que carecía de algunos insumos, lo que demostró que nadie previo tal situación. Otros heridos eran atendidos por Protección civil Colombiana, quienes trasladaron a los afectados en ambulancias hasta los hospitales.
A las 3pm se anunció la decisión de retirar los camiones, pero todo el mundo se opuso. «Estos camiones no se van de aquí, estos camiones van a entrar», gritó una señora, a la cual todo el mundo aplaudió. La presión ciudadana evitó  que se los llevaran de inmediato, por lo que fue más o menos hasta las 6pm que los pudieron retirar.
La lucha allí sin embargo continuó. Me retiré del lugar aproximadamente a las 8pm junto a mis compañeros. A esa hora seguían los heridos que se contabilizaron en más de doscientos.
Los siguientes días quedamos atrapados dentro del territorio colombiano, la frontera había sido cerrada tras la violencia desatada por la tiranía. Esos días vivimos la tregedia humanitaria, se trataba de cientos de venezolanos varados sin tener para comprar ni una botella de agua.
Mi compañero David Torres, miembro de Vente Joven, logró canalizar una ayuda  y pudimos visitar dos refugios, en compañía del equipo de Vente Houston, Sofía Castillo y Carolina Manrique, en donde llevamos agua, jugos y alimentos. Allí, los ciudadanos nos pedían con desespero que hiciéramos un llamado para que alguna delegación pudiera hacerse presente y constatar aquel drama en el que se veían afectados niños y ancianos, así mismo expresaban el agradecimiento al pueblo colombiano que llegaban a colaborar con insumos médicos y alimentos.
Finalmente, tomamos la decisión de regresar el día martes 26 de febrero. Tocó hacerlo por el río, bajo riesgo, obligados por las circunstancias. Nuestro lugar es en Venezuela, a la cual nunca hemos estado dispuestos a entregar.
Sin duda alguna, ha sido una experiencia histórica, en donde me llevo conmigo plasmado que el 23 de febrero del 2019 fue un día de valentia y fuerza, de dolor, esperanza y coraje.
No tengamos duda, no hay vuelta atrás.