Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Tras el primer apagón nacional de este año comenzó el estrés. No tenemos luz, la cocina es eléctrica, tengo dos chamos, ¿qué van a cenar está noche?, y eso es un mal menor si caemos en comparaciones. Pero no, no me quiero comparar con quienes están peor para sentir un respiro. Si queremos ser mejores, debemos compararnos con quiénes están mejor que nosotros y así medir la distancia que nos separa para tratar de alcanzarlos.

Venezuela en este momento se encuentra en medio de una crisis humanitaria sin precedentes. Si nos comparamos con cualquier país del continente, no creo que ninguno este peor que nosotros. De hecho es así. Entonces comienzan las preguntas: ¿me quedo o me voy?, ¿espero un poco más?, ¿cuántos años llevamos escuchando lo mismo?; que ya falta poco, que ya esto se termina, que cuando la noche es más oscura es cuando viene el amanecer. ¿Pero cómo saber que esto es lo más oscuro?, ¿que ya la cosa no se puede poner peor?, ¿no hemos tocado fondo aún?, ¿podríamos estar peor?

Para sumar a este montón de preguntas, te llama tu hermana desde el exterior y te dice que “ya es hora de que salgan”, que “si después cierran las fronteras”, que “tienes que pensar en tus hijos”, que “eso no es vida”, que “la angustia no me deja dormir, yo te ayudo, te compro los pasajes, te vas para casa de nuestro hermano”. Se te pone la cabeza gigante, como la reina de corazones de Alicia, y ya no sabes qué hacer.

Después de tantos años de colaborar para lograr el cambio urgente que necesitamos no me quiero dar por vencida. Estoy escribiendo y si fuese un papel y estuviese escribiendo a bolígrafo, se me correría la tinta, porque NO me quiero ir. Este es mi país, carajo, ¿no entienden?, el país de mis padres, mis abuelos, mis hijos y quiero que sea el de mis nietos.

Pero entonces tratas de poner las cosas en una balanza porque es así como deberíamos tomar las decisiones, aunque no siempre tomemos las correctas. ¿Quién sabe?, y definitivamente, lo que más me importa en la vida son mis hijos y pienso que no merecen la vida que les estoy dando. ¿Que podrían estar peor? Sí, y volvemos con las comparaciones. Pero podrían estar mejor, muchísimo mejor. Y en busca de eso estoy, y la decisión que tome dependerá de eso.

Por eso, cuando nos dicen que invocar el artículo 187 numeral 11 de la Constitución es jugar adelantado, prematuro o joder a Guaidó, pregunto: ¿qué más debemos esperar, es que acaso pedir una intervención humanitaria es por joder a alguien, cuando tenemos miles de personas fallecidas cada día que pasa; por falta de alimentos, medicinas y ahora por luz y agua.

Si enviamos un grito de auxilio a la comunidad internacional y ésta ni responde, ni se inmuta, entonces sí es verdad que estaremos solos ante una banda de delincuentes a la que no le importa para nada la vida de ningún ciudadano de este país, y que Dios nos agarre confesados a los que aún estemos aquí.

 

María Carolina Cedeño

Twitter: @mceden

Coordinadora de Formación 

Vente Distrito Capital