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Hablar de la familia es, sin duda, hablar del origen de la sociedad. La familia es el punto de partida de cada uno de nosotros. De allí es cómo explicamos quiénes y cómo somos en aspectos biológicos, físicos; también es donde creamos los más significativos hábitos y conductas como personas. Por lo que somos allí es que sabemos hacia dónde vamos. No como destino, sino como herencia.

Pero también hay que hablar de que la familia es el núcleo más atacado, cuestionado por unos y con intentos de alteración por otros, buscando la manera de llevarla a un futuro incierto. Y aunque en muchos lugares busquen hacer valer sus opiniones sobre la familia, nada de esto cambia la esencia de su concepto.

Andamos en un siglo XXI cargado de globalizaciones, pandemias universales, capas de ozono deshechas, guerras, calamidades y cualquier otro tipo de penuria. Sin embargo, la estructura original de la familia sigue allí, en el trono donde siempre estuvo como la institución más importante del mundo. Y debemos defender esta estructura porque es la que nos permitirá seguir avanzando como sociedad, seguir avanzando como columna vertebral en los sistemas globales.

Me encontré con los comentarios muy interesantes de la psiquiatra Dra. Elsa Gutiérrez donde expresa que «el valor de la familia depende de la calidad de sus miembros, de los sentimientos que los mantienen unidos, la organización interna que presente, la integración social y los valores morales de todos y cada uno de sus miembros». Agrega la especialista directora de la Clínica del Adolescente que «muchos de los problemas que presenta un menor tiene que ver con su núcleo familiar y, en mayor o menor grado, con los padres, quienes, generalmente, están implicados. La responsabilidad de ellos en la formación de sus hijos es, prácticamente, decisiva, sin exagerar».

El reto de la familia de hoy es el deber de desarrollar un sentido a la libertad y responsabilidad en cada uno de los miembros, asumiendo que nada distorsionará los valores que dentro de ella se han formado. Buscando un equilibrio entre no ser una familia de «dispongo y mando», ni tampoco ser una familia permisiva donde no se colocan límites de la autoridad, ni la disciplina.

La familia es la gran protagonista en la historia, no son las modas, los medios de comunicación, ni otra cosa. La gran expectativa del mundo es que la familia asuma el reto de construir paz, justicia y felicidad.  Por eso, especialistas en el tema han mostrado la importancia de extender el modelo original y funcional de la familia por los años venideros.

¡¡¡Celebremos la Familia!!!

Pablo Galipolly, periodista Vente Venezuela – Barinas.