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Basta recorrer cualquier comunidad de nuestro país para comprender cuáles han sido los males que trajeron al chavismo, los males que lo mantuvieron por mucho tiempo y contra los cuales debemos luchar a diario en cualquier espacio, ya sea en la política o la cotidianidad de cada uno de los ciudadanos venezolanos.

Además de la pobreza, la miseria y tantas necesidades que se encuentran en cada rincón, los relatos de la ausencia de liderazgo, el incumplimiento de promesas, así como la torpeza de más nunca volver a un sector visitado, o la dádiva que se espera a cambio de la fidelidad electoral, son muchos los vivos ejemplos del daño que ha hecho el populismo en nuestro tejido ciudadano, pero también es algo que debemos execrar de la política venezolana.

El populismo es un mecanismo de control que se oculta detrás de «buenas intenciones»; éste te ofrece villas y castillos a cambio de la lealtad del ciudadano e incluso, en los casos más severos, te ofrece asistencia absoluta, es decir: «quédate tranquilo en casa viendo televisión, que yo me encargo de resolver tus problemas cotidianos”. Por supuesto que para alguien que no tiene mayores incentivos y sus condiciones de vida son deplorables, esta opción siempre resultará atractiva para evadir la responsabilidad que, como ciudadano, tiene con su nación: el desarrollo.

Es más fácil para un político, y mucho más generoso en términos de captación, ofrecer una lámina de zinc, una bolsa de comida o dádiva cualquiera que satisfaga una necesidad puntual, que ofrecer trabajo, condiciones, esfuerzo, dignidad y futuro a los ciudadanos. Lo primero sólo requiere dinero; esto segundo, inexorablemente, demanda ideas, planificación, proyectos, estudios, es decir, capital intelectual, el cual es fundamental para un verdadero desarrollo.

Yo, como ciudadano, aspiro salir profundamente de cada uno de los problemasque vivimos, pero debemos ir a la raíz, porque de lo contrario, solo sería un paño de agua tibia para un paciente que padece cáncer. Por eso, nos hemos enfocado en ofrecer al ciudadano mucho más que asistencialismo, nos hemos dedicado a profundizar las ideas de trabajo y libertad, las ideas de desarrollo, las de desarrollo del individuo, las ideas de autonomía y no de la dependencia. Dependencia nunca más.

Este país debemos reconstruirlo, y los políticos, debemos entender que la única forma de hacer esto efectivo es saliendo del populismo y la demagogia; asumir con gallardía y honorabilidad el quehacer político y cundirlo de valores, de principios, de ética y de dignidad. Sinceramente, esa es la única vía.

Tenemos una gran oportunidad de refundar la República. No la desperdiciemos.