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Nada más conmovedor que el llanto de un hijo por la ausencia de la madre, se dice y no en vano que, los hijos cualquiera sea su edad,  “maduran” o  “crecen” cuando le faltan los padres. Este dicho popular merece una reflexión especial, pues quizá nada se compara con el dolor de una madre cuando la despedida es la de su hijo. Este dolor se magnifica cuando es un país entero el que sufre la partida de sus hijos y la ausencia de los padres. Ese es hoy el dolor de nuestra tierra, el dolor de nuestra madre amada Venezuela.

Por aeropuertos, fronteras, trochas  y cementerios las madres venezolanas han visto partir a sus hijos en búsqueda de caminos de progreso y prosperidad que solo les ofrece la libertad. Diversos han sido sus destinos, no siempre el que sus padres o ellos mismos soñaron: países amigos le han abierto sus puertas a unos tantos,  y estos hoy retribuyen con su esfuerzo y  trabajo. Otros por el contrario han padecido y  hasta muerto en tierras lejanas,  lejos del calor, la caricia y la contención emocional que solo saben brindar las madres. Asimismo un centenar de hijos han regado con su sangre el suelo patrio en procura de su libertad, y aunque hoy espiritualmente nos acompañen en las calles, su amor se anida en el corazón de una sufrida madre.

Esta es también la historia de las madres venezolanas que han tenido que partir dejando a sus hijos al cuidado de familiares o amigos, otra dura dimensión de la crisis, aquí ya no es cuestión de apreciación, se trata de una difícil realidad que golpea de frente y sin piedad; las madres no pueden mantener su hogar y han tenido que salir a procurar en suelo extraño la alimentación, los cuidados y vestimentas para su hijos, otras madres, víctimas de la crisis de alimentación y salud ya no se encuentran  entre nosotros, a pesar de esto, hoy en Venezuela padres e hijos hacen un esfuerzo para  mantenerse juntos, somos un país consciente de la fortaleza que brinda el hogar y la unión familiar.

Fue así como el pasado domingo 12 de mayo en ocasión de la celebración del día de la Madre en Venezuela,  contrario a lo que podría imaginarse en un país sumido en una tragedia social sin precedentes marcada por la ausencia de sus seres queridos muchas fueron las familias que se reunieron y entre nostalgias y alegrías celebramos una vez más el amor y la satisfacción de estar juntos. En esta ocasión las reflexiones acerca del origen de la debacle que vive el país, así como sus responsables,  las alternativas de cambio y los sueños de esperanza para su pronta recuperación tampoco se hicieron esperar, y  fueron objeto de reflexión familiar.

Se conversó en la mesa sobre el tema que está en el tapete y que hoy ha adquirido una dimensión excepcional;  es el tema que está en la calle y en todas las casas de Venezuela donde la política ya se hizo cotidiana y  no es otra cosa que la urgencia de que la clase política emprenda de una vez por todas las acciones necesarias para superar de raíz esta crisis, esa que hace rato nos expone a todos entre los rostros de sus víctimas, concluimos entonces que llegó la hora de pedir la ayuda necesaria para ponerle fin a esta era criminal marcada por la tragedia socialista.

Este domingo que pasó, fueron ellas,  las madres,  las que entre bendiciones y encomiendas una vez más  nos instruyeron sobre la urgencia de conquistar la libertad, y esta es una razón más para hacer un justo reconocimiento a quienes tienen el privilegio y el don de la maternidad y que desde tiempos ancestrales  son mentoras sublimes de generaciones y constructoras valerosas de sociedad; por ello mis líneas de hoy van dedicadas a ellas, a las madres de Venezuela:

Decir madre es decir amor, respeto y dignidad, pero decir madre venezolana es decir también coraje, lucha y libertad.

Hoy cuando tenemos madres heroínas que junto a sus hijos y esposos héroes también, luchan, resisten y ofrendan su propia vida por la libertad: solo queremos ser sus hijos, los hijos de Venezuela, los hijos de la libertad.

El tiempo destinado para ser libres ha llegado, no queremos ser mártires, mesías, héroes, ni protagonistas, solo queremos ser ciudadanos libres forjadores de nuestra propia vida, por ello:

A ti Madre Venezuela:

Quiero  desear, que tus hijos pronto vuelvan al hogar, y que ese día entonces vuelvas a gritar, ya no tu dolor de parto, ya no tu dolor por la partida temprana o por la ausencia, ya no para pedir ayuda o auxilio al mundo, sino para gritar de felicidad:

¡SOMOS LIBRES!

¡VIVA VENEZUELA, VIVA EN LIBERTAD!

@dignoraHernandz