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(Maturín. 14/06/2019) Un cataclismo, es una alteración grande de la normalidad en el orden social o político; también se asocia a desastres naturales. Un concepto variable según lo que se quiera comunicar. En este caso, la profunda crisis que atraviesa Venezuela desde hace dos décadas.

Lo siguiente, es un extracto del discurso de Gabriel García Márquez, “El cataclismo de Damocles” del 6 de agosto de 1986 (Ixtapa, México), durante el 41º aniversario del lanzamiento de la bomba de Hiroshima, 4 meses después de los acontecimientos en Chernobyl:

“Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos”.

A lo mejor les parezca exagerado comparar este pasaje con algo que pudiera suceder en Venezuela, la realidad, es que no lo es; han sucedido cosas parecidas. Durante febrero de 1989, “El Caracazo” marcó el inicio de la tragedia que hoy vive Venezuela, una ‘rebelión social’ que para muchos historiadores fue inducida y alentada por células comunistas para poner fin al recién iniciado gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez (CAP), quien tomaba las medidas necesarias para estabilizar la ya decadente economía Venezolana. Mismas células comunistas que en 1992 intentaron derrocar a CAP en su segundo gobierno, y que luego vieron consumada la destitución de este por el Congreso, animado por personeros políticos que aún se mantienen, y siguen evitando la libertad de Venezuela.  Las consecuencias de la estampida social de hace tres décadas las conocemos, y aún las padecemos.

Lo anterior, dio paso a la conformación de una alianza macabra que llegó al poder el 1999, y que a resumidas cuentas quebró al país por todos lados y sembró la corrupción a todos los niveles de organización del Estado, las existentes, y las que ellos se crearon. Pdvsa, por ejemplo, hoy no es más que un depósito de desperdicios, restos de la industria petrolera, sin personal calificado, con una producción que a duras pena supera los 900mil bpd, soledad es lo que puede encontrarse en los campos petroleros. Consecuencia de esto, refinerías paralizadas, catástrofes ambientales no controladas, como lo sucedido en días pasados en Guanta y otras tantas que no se han hecho públicas.

La evidencia más clara de la estafa que hicieron los socialistas en Venezuela, la estamos viendo con la agudización de la escases de gasolina y gas doméstico; en oriente la situación es crítica, el suministro de gasolina se ha limitado a 30 litros por vehículo y es expendido según el número final de la placa, las colas son kilométricas, las ciudades parecen un estacionamiento gigantesco. Sin embargo, no hay escases de gasolina en las fronteras con Trinidad y Tobado, por donde es contrabandeada por los mismos que secuestran las instituciones gubernamentales y militares del estado. Y en cuanto al gas doméstico, ahora solo será distribuido por los CLAP, más miseria para el venezolano. Cocinar a leña ya no es una cuestión de domingos familiares para una sopa, comunidades de la parte alta del municipio Ribero en el estado Sucre, tienen más de 3 meses cocinando a leña, la era de las cavernas en pleno 2019.

Lo que viven los venezolanos es desesperante, la situación agrava con cada minuto que pasa, la desesperanza es creciente y peligrosa, aún más peligrosa es la frustración. Los ciudadanos han pasado 6 meses esperando algo que no se ha logrado, el quiebre de la tiranía; han visto como se ha ido corriendo la arruga de manera irresponsable, con prácticas políticas no autorizadas por la ciudadanía, el diálogo y la negociación para cohabitar con los delincuentes, elecciones con el tirano o con algo que es una utopía “El chavismo democrático”.

Lo anterior se resume en muertes e inmigrantes, que no ha parado y va en aumento.

Seguir siendo indiferentes ante la  inmigrantes, es sociales no existen, en 20 años no ha sucedio exigencia clara de los venezolanos es jugar con la paciencia ciudadana; lamentablemente, si no se hace lo cia ciudadana; os es jugar con la paciencia ciudadana, adanosque se tiene que hacer en el tiempo correcto, entonces llegará la hora del cataclismo, la repetición a gran escala de lo vivido hace 30 años, la hecatombe social que nadie quiere que suceda. La hora del cataclismo hay que evitarla a toda costa, no puede haber enfrentamientos entre ciudadanos desarmados, hay que detenerlo; no puede haber más muertes de inocentes; el pasaje del discurso de García Márquez no puede hacerse realidad, los que sobrevivimos al ‘primer espanto’, no podemos simplemente morir. La hora del cataclismo sería un triunfo para el socialismo, ellos tienen las armas, ellos asesinarán.

De todo lo que hemos vivido, me quedo con la conciencia de los ciudadanos, con su convicción de que la única opción que dará resultados a esta lucha libertaria es la ayuda internacional. Los venezolanos han entendido que lo que enfrentamos es un complejo de mafias, no es una dictadura, es un Estado criminal, respaldado por Isis, Hezbollah, Hamás, FARC, ELN; y financiado por el narcotráfico; en consecuencia, ya no es un problema de Venezuela, sino que representa una amenaza para la seguridad de todo un continente. La ciudadanía venezolana pide una coalición militar, el mundo está dispuesto, pero el mensaje parece no llegar a quienes deben autorizarlo.

Durante meses, la fracción 16 de julio ha insistido en la activación del artículo 187.11 de la constitución nacional, una norma interna que permite la autorización de misiones militares para ayudar a extraer las mafias que se encuentran en el poder, y a la reconstrucción; también han respaldado de manera contundente la reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), aprobado ya en primera discusión, pero escurrido en las sesiones siguientes. Nadie debe sentir vergüenza al pedir ayuda, nadie debe sentirse débil, nadie debe sentirse desmoralizado; al contrario, pedir ayuda es sinónimo de valentía, pero si no se pide, nadie ayudará. Tampoco debe haber miedo, los tiempos han cambiado, el derramamiento de sangre ya ocurre, hay que detenerlo y evitar la hora del cataclismo.

Al Presidente: Su voz se ha ido apagando, un círculo de corrupción lo deja sin oxígeno, que ha llegado al 50%, apagan su vida política Presidente y asesinan a venezolanos. Tome un poco del aire que le queda, y grite, grite fuerte y libérese, no tenga miedo a la libertad, tema al destierro y a su expiración política; libérese del orgullo, libérese de las cúpulas, escuche al venezolano, escuche a la fracción 16 de julio, escuche a Machado, Arria y Ledezma; escuche, y evite la hora del cataclismo, está por llegar.

@diliojose