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(Maracay. 19/06/2019) Maktub, “Está escrito”. Curioso destino del que tantas veces nos empecinamos en creernos dueños. Las arenas del desierto nacieron para ser desierto y aun así el viento decide su destino final, unos finísimos granos llegan al mar y otros atraviesan mares hasta arribar a tierras lejanas, y hay quienes cumplen con su destino y se hacen dunas. Encuentros y desencuentros. ¿Cuántos en una vida? ¿Cuántos más allá de esta?

Fabián y Juan Pablo no se conocieron en persona, pero se encontraron gracias al  destino, demasiadas casualidades solo pueden ser designio de Dios. Hoy sus padres son más que un encuentro, son la prolongación de un ejemplo.

Perdón por contar la historia en primera persona, es que no sé contarla de otra manera. El día 20 de Abril de 2017, temprano en la mañana, Gabriela (La hermana de Fabián) y yo nos contábamos lo sucedido el día anterior, ese día 19, fue la primera vez que ese año ocurrían actos de represión en Maracay. Gabriela me dice que a Fabián le fracturaron el brazo con una bomba lacrimógena, incrédulo le respondo que eso no es posible, vi las bombas, parecidas a una granada fragmentaria pero de goma “Hasta rebotan”.

Pasados unos días me conseguí con Fabián, siempre con su sonrisa, espíritu intacto y optimismo rebosante. -¿Cómo es esa vaina que te fracturaron el brazo con una bomba lacrimógena? –El tipo estaba como de aquí hacia aquella pared (indicándome un sitio como a unos seis metros) me disparó con algo parecido a una escopeta.  -¿Pero si esas bombas parecen unas pelotas de gomas? –No, no Raef, estas no, estas son como un cilindro de aluminio y pegan durísimo, menos mal que yo lo vi cuando me apunto y me cubrí con los brazos. Cuando me despedí de él le dije todas las cosas que alguien de mi edad le diría, “Cuídate” “No estés de primero” “Si tienes que salir corriendo sal”.

Cuando mataron a Juan Pablo lloré. Le dije a Gabriela ahora tengo noción exacta de cuán cerca estuvo Fabio de la muerte. Es raro llorar así, por dos circunstancias diferentes. Juan no era mi amigo, pero estaba luchando también por todos, también por mi ¿y Fabián? Aun con su brazo enyesado esperando un favor mío, para el Instituto, que nunca le hice.

Hoy sus padres son más que amigos, comparten más cosas de las que creo poder saber y entender. Juan, Fabio, están reunidos en el destino de ser iconos de toda una generación de venezolanos, representan el espíritu indómito de la libertad, son los Ribas, los Ricaurte de los tiempos modernos. Son la imagen del triunfo de la moral, incluso en esta hora en la que el oprobio se enseñorea. Tenemos una deuda con nuestra verdad y debemos honrarla con la victoria.

Quienes dicen peyorativamente que “Esos muchachos” pecaron de ingenuidad, les respondo que hace treinta años, en China, un hombre en solitario desafió una columna de tanques, únicamente, con el poder de la moral, la valentía de la verdad y la fe de un porvenir. El mundo entero (menos China) recuerda a ese hombre y nadie recuerda a quien conducía al primero de los tanques.

Si hoy muchos no logran recordar los cientos de nombres, como juan Pablo o Fabián. Es porque estamos viviendo sumergidos en una mentira, que nos repiten una y otra vez, como en China, pero no podemos dejar que las mentiras nos abrumen, nos desborden. Tenemos que perseguir la verdad, cultivarlas en nuestros pensamientos, amarlas como amamos la vida, porque hay quienes murieron por esa verdad. Vivir en la mentira no es vivir, es estar cumpliendo el trámite de una existencia inútil. Nada detendrá a la verdad cuando el juicio de la historia decida sentenciar.

Raef Zibaqui