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(San Felipe. 03/09/2019) Es conocido que todo ser humano, debe encarar las responsabilidades de la vida, esto, aunque parezca sencillo requiere de un proceso de toma de decisiones, que ameritan un análisis para establecer una conducta ante referidos hechos que le atañen.

Es el caso de las relaciones de poder, son por demás intrigantes y para algunos quizás excitantes, por todo lo que se genera a su alrededor. Se diría que se convierten en una auténtica guerra, por cómo se maneja, se secuestra o manipula la información; el chantaje desde lo emocional, hasta lo material, en tanto que quienes lo buscan justifican todo por asirse a como dé lugar del mando, imponiendo su criterio y erigiéndose por encima del resto de los individuos. Es el caso de algunos partidos políticos que esgrimen doctrinas socialistas, colectivistas o derivadas del comunismo, que centran sus esfuerzos en encajar términos o eslogan como “justicia social” , “cambio social”, “corazón de mi pueblo” o “todo por el pueblo”, para lograr una conexión con la gente.

Conexión que en su momento ha tenido éxito, por aquello de que mucha gente, aún no valora analizar el discurso en frío, sino al calor del carisma mal interpretado de algún encantador de serpientes al cual se le arriman los vividores de turno que buscan clientes con quienes hacer una relación simbiótica, para acceder o sostenerse en el poder. Los aduladores crean un exacerbado culto a la personalidad del líder que lo endiosa y quien solo se ocupa de distraer o entretener para mantener la audiencia cautiva, sin atender las necesidades de la población, excusándose al culpar a los demás de sus propias carencias y errores, para no asumir la responsabilidad que les corresponde.

Sin embargo cuando la gente se da cuenta que no hay contenido detrás de la frase, que no hay programa que sostenga en el tiempo la idea política, sin definición conceptual y que solo sirve para embaucar incautos o para favorecer un grupo en detrimento de otros, con lo cual se aumenta la desigualdad social, en una sociedad golpeada y sometida a la mentira constante con intención de acrecentar la brecha y la pugnacidad, y si, además se incorporan opositores que se dejan o gustan de dejarse manejar por algún cebo, convirtiéndose en un aliado enmascarado de la corrupción y la desidia, de esta forma se divide y dividiendo se suma en este caso.

El poder presiona y agrede; el ciudadano se decepciona y reacciona, en ocasiones con desgano y desesperanza, para luego descubrir que el horizonte es más amplio de lo que había visto. Comienza a razonar en forma más analítica, menos emocional. Pensamiento del que surgen nuevas esperanzas; analiza lo positivo, lo negativo y lo interesante del discurso, basado en un análisis imparcial, apartado de sentimientos para determinar lo ventajoso, eficaz, conveniente y lo perjudicial para encontrar nuevas ideas, de manera tal, que inicia un verdadero cambio en su forma de pensar, y se emprende lo que realmente hace falta, trabajo. Mientras desarrolla nuevos talentos, que van conformando las capacidades, y al vislumbrar nuevas situaciones, se va perdiendo el miedo natural al cambio generado por la incertidumbre de quedarse en el limbo. Si se pierde algo, no hay que preocuparse porque ya empezamos a construir las herramientas con el análisis previo. Crear nuevos enfoques y construir es la palabra mágica, porque se va a necesitar construir este país en un futuro inmediato y este no puede estar supeditado a conceptos indefinidos como gestión social o justicia social, sino más bien a desarrollo individual que favorece el crecimiento de la sociedad, porque esta crece si sus integrantes crecen individualmente. Estructurar una justicia imparcial, en una sociedad normada.

La balanza de la justicia debe permanecer en equilibrio, cimentada en el valor del respeto y bien dirigida axiológicamente, con plenitud de libertades, porque tomar decisiones es manejar la libertad y accionar respetando los espacios y la libertad de los demás, para abrir nuevas relaciones y sinergias para la producción y la creación de riqueza, reduciendo el poder del gobierno, fortaleciendo las instituciones públicas para que se mantengan como tal, al servicio del ciudadano, reduciendo la influencia político – partidista en educación, salud y justicia.

Directrices bien delineadas en Vente Venezuela, el partido liberal, el partido de la libertad, apoyado en la ética como norma de procedimiento y consciente que está llamado a imponer por decisión genuina de los ciudadanos una moral diferente, para acercar y reforzar los nexos familiares, para transformar esta Venezuela, en un país en pleno crecimiento y una economía pujante, catapultada por la propiedad privada, basado en un estado de derecho, y la división de poderes, signos de una verdadera democracia.

Edgar Hernández