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A veces es preferible que la política la tomemos como arte y no como ciencia. Como arte nos libera de ataduras conceptuales, nos hace cabalgarla más libre. Sin arquetipos inflexibles, y desde luego nos hace más críticos y creativos en el accionar político.

En cambio la política como ciencia, nos hace esperar conclusiones y resultados del método de las ciencias. Y en efecto le aplicamos fórmulas exactas de las matemáticas y de otras ciencias afines, las cuales generalmente no concuerdan con la realidad  a la vista. Y si insistimos en tales recetas algebraicas irresolubles, pronto nos veremos frustrados de la política, renegando del propio método de las ciencias. Como metidos en un callejón sin salida, lo cual no es cierto.

No obstante, como arte, la política se zafa, como ya dije, de las ataduras de las ciencias, y pudiéramos decir, que la política queda como un lienzo de un pintor, libre, una propuesta valida, cuyo final es un trabajo artístico, sino bello tal cual que las bellas artes, al menos bien admirable y respetada; trabajo logrado a fuerza de imaginación y de alta costura creativa, moldeada mucho más por el arte que por las ciencias.

Hoy en día, el arte político en Venezuela para retomar el poder quedo rezagado, anda en la nada, casi nadie da una pincelada plausible, y no se crea que los métodos científicos hayan sido bien aplicados. No, también son ausentes. O si no van timoratos; se aplica la misma fórmula y se espera resultados distintos, cual sapo que se golpea contra la pared,  esperando traspasarla algún día.

En resumen hasta el día de hoy, según mi criterio libre al respecto, en Venezuela no se aplica ni arte ni ciencia en la política opositora (en los llamados bloques o toletes), por supuesto. Podría caer Maduro y su tiranía del hambre, mañana mismo, o dentro de cien años, y sin embargo mi análisis crítico y por qué no, autocritico, tendría la misma validez en ambos casos, es decir, si Maduro se va mañana o cayera, incluso por causa de una ventolera, yo diría ¡qué bárbaro, qué desperdicio! se hizo sufrir al extremo al pueblo venezolano. Y si se fuera o no se fuera el susodicho en cien años, yo diría exactamente lo mismo, por qué, porque las equivocaciones y errores opositores (horrores), serían iguales en más de veinte años de dictadura que en cien años de tiranía.

En total, así van las cosas, pero hay que reconocer que hay vías que se retoman para rescatar la democracia, y la vía tiene nombre de mujer.