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(San Antonio de los Altos. 23/09/2019) Unas de las narrativas que más se ha repetido en Venezuela durante estos años de totalitarismo, ha sido el debate sobre el conflicto venezolano, puntualizando si es un asunto solo de los venezolanos, o representa un conflicto geopolítico, y el problema principal es no entender la naturaleza de lo que enfrentamos. Creer que estamos ante una dictadura convencional, es no aceptar por intereses o “ingenuidad” que aquí opera la industria transnacional del crimen, sí, que estamos ante un Estado criminal, y que nuestra lucha define el futuro de la región, de todas las democracias modernas de occidente, y que por eso hay que avanzar en una coalición liberadora a lo interno y externo, para desalojarlos.

El mundo socialista no puede permitir una nueva pérdida en el hemisferio occidental en dónde se concentra su principal adversario, los Estados Unidos. Pero inclusive, Venezuela no podría ser considerada otra pérdida sino una derrota profunda. Ha sido la incubadora perfecta del castrismo moderno, brazo esencial del Foro de São Paulo y, por si fuera poco, uno de los países que más ha contribuido con la gestión actual de la Internacional Socialista, tanto por el régimen como por los partidos políticos de la oposición a excepción de Vente Venezuela.

Para nadie es un secreto que en Noruega lo que se gestaba eran las bases de un acuerdo que pretendía definir la transacción de poder en Venezuela. Entiéndase bien, no es transición hacia la democracia; es el acuerdo entre grupos de interés que pretenden aún buscar un nuevo equilibrio dentro del modelo sin alterarlo (mantener el statu quo, el socialismo).

Todos sabemos que el riesgo no solo se mide en muertes, miseria y pobreza en el presente, sino que la transacción puede desembocar en un nuevo escenario totalitario en un tiempo corto, tal como fuera en Nicaragua o Rusia; es decir, un nuevo chavismo o caudillismo que aprovecharía la nueva coyuntura del país para apropiarse del poder.

No entender la dimensión internacional y geopolítica del conflicto, así como su naturaleza no convencional no es cuestión de desinformación o falta de conocimiento, es intencional. Una Venezuela libre pone en riesgo la estabilidad de un pretendido y sangriento orden global.

No somos pioneros en esta experiencia, a pesar de que vivamos bajo un Estado de mafias sin precedentes, muchos países superaron este desafío y hoy son el albergue de sociedades libres y prósperas en donde cada ciudadano cuenta e importa.

Venezuela está lista para avanzar  sin más desvíos en el objetivo que no es sólo la caída de Maduro o la salida del chavismo, sino el cambio histórico y definitivo del modelo socialista, se trata de la derrota de ideas criminales y la liberación de la región. Es aquí, en suelo venezolano que está en juego las cuatro cubas o ningunas, por eso estamos listos, con fuerza y coraje.

Fabio Valentini