Sabíamos que la lucha no sería fácil, ya que desde hace años los venezolanos entendimos contra qué nos estamos enfrentando; sin embargo, la esperanza y el ímpetu guerrero invadió todas las calles de Venezuela el día 23 de enero del año 2019. Luego de mucho insistir, y exigir el cumplimiento de la Constitución, los ciudadanos vimos materializarse la ruta del coraje, cuando el presidente del parlamento, por mandato constitucional, asumió la presidencia encargada de la República, planteando objetivos claros y coherentes que contaron con el respaldo mayoritario de la población y de la comunidad democrática internacional en pleno. El objetivo principal, desmontar el aparato criminal que usurpa el poder, para luego establecer las condiciones necesarias que permitan llevar a cabo un proceso electoral libre y transparente.
El fervor popular se incrementó cada vez más, y los venezolanos juraron no descansar hasta lograr el cumplimiento de esa ruta planteada, la ruta del coraje.
Cada venezolano padece día tras día las consecuencias de que la usurpación de poder siga manteniéndose, y tras años de fraudes y farsas electorales, de violaciones a la Constitución y ataques a la democracia y al Estado de Derecho, sabe que la salida no es electoral.
Tras 10 meses de agonía desde esa histórica fecha, el presidente encargado convoca a los venezolanos nuevamente a las calles este 16 de noviembre, en momentos en los que se negocia junto a exdiputados del régimen usurpador una cohabitación que lleve a una nueva farsa electoral.
Hemos pasado del glorioso 23 de enero, con una ruta clara, producto del desconocimiento de una farsa electoral, al insignificante 16 de noviembre, sin un objetivo claro, con un horizonte oscuro que pareciera llevar a una nueva estafa que le permita al régimen mantener la usurpación.
Presidente encargado, los venezolanos no se cansaron de luchar, se cansaron de ser engañados. Es indignación, no apatía lo que verá el 16 de noviembre en Venezuela.