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Para nadie es un secreto que los regímenes de terror, los dictadores, la izquierda rancia, comunista y gobernantes como los que operan desde el poder en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, entre otros, utilizan la información, el discurso, el mensaje, el lenguaje para manipular realidades e imponer sus ideologías terroristas.

Estudiosos de este fenómeno afirman que, aun cuando cayó la unión soviética, no fue el final del uso del lenguaje manipulado con finalidades políticas que hacen, en este caso, las dictaduras socialistas.

Consideran algunos que con el Foro de Sao Pablo, de alguna manera, en Latinoamérica se pretende mantener un lenguaje de izquierda, eso sí, metamorfoseado, para adaptarlo al nuevo siglo, como se ve en la dictadura chavista-madurista.

Nos dan a entender los estudiosos del tema que, la manipulación del lenguaje de los gobiernos socialistas del siglo XXI nos han revelado la insistencia de que la guerra o la batalla es igual a la paz y  por ello esos sistemas, como el de Venezuela, Nicaragua y Bolivia se mantienen sobre la base de ejércitos politizados y violentos y los justifican, como medios para reclamar, con carácter populista, justicia para los pobres, porque eso amerita el uso de la violencia, el irrespeto a la Ley y la libertad, y así explican y tratan de conservar sus tiranías.

Cuando ellos ven amenazados sus intereses, que no son de la mayoría que gobiernan, entonces hacen uso de la maquinaria mediática y confabulación para aplicar con insistencia los mensajes y el mismo lenguaje para victimizarse, haciendo ver que la derecha imperialista-capitalista arremete contra ellos y sus camaradas de otros países.

Por ello, actualmente tratan de victimizar a Evo Morales, quien sí renunció a la presidencia de Bolivia, el pasado 10 de noviembre, luego de su polémica reelección el 20 de octubre, denunciada como fraudulenta y que generó protestas en el ese país.

No explican, ni por supuesto, que Evo Morales, con 13 años en el poder, buscó una cuarta elección, contradiciendo la Constitución boliviana y desobedeciendo los resultados del referendo del año 2016, cuando el pueblo soberano de Bolivia rechazó modificar la Constitución para su reelección, pero el Tribunal Electoral, afín a él, le permitió su postulación como candidato, lo que empeoró la situación con el resultado que conocemos.

El 20 de octubre se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con Evo y Carlos Mesa como favoritos. Se suponía que ambos debían ir a una segunda vuelta. La oposición y los observadores internacionales criticaron el lento ritmo de las autoridades para proporcionar el resultado final, temiendo un posible fraude. Sospecha que se comprobó porque, de nuevo, el Tribunal electoral lo favoreció, y se proclamó ganador de las elecciones en Bolivia, lo que originó fuertes protestas.

El mismo ex mandatario boliviano pidió a la OEA revisar los resultados electorales, evidenciándose irregularidades en los comicios.

Ante el creciente descontento en las calles, y la pérdida de apoyo de las Fuerzas Armadas y de la Policía que instan a Morales a renunciar, finalmente, desde su región natal en el centro de Bolivia, Cochabamba, Morales anuncia su renuncia después de casi 14 años en el poder. Y el  martes 12 de noviembre, aterriza en México, a donde viajó tras recibir el asilo por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Fundamentalmente Cuba y Venezuela coinciden que «La derecha con violento y cobarde golpe de Estado atenta contra la democracia en Bolivia», y reclaman, además, una «movilización mundial por la vida y la libertad de Evo», intentando crear una matriz de opinión favorable a sus intenciones y provocar acciones violentas para considerar a Evo una víctima de las pretensiones específicas de la OEA, del “Imperio” norteamericano y la derecha internacional.

De acuerdo aMargarita López Maya, doctora en Ciencias Sociales de la UCV y otros especialistas, no hubo tal golpe de Estado en Bolivia, “Un golpe de Estado implica una intervención usualmente militar, para deponer a una autoridad electa. El 10 de noviembre, la institución militar boliviana entró a controlar lo que pareció la caída de la República en el caos, apoyando a quienes exigían una vuelta a la institucionalidad democrática… Aquí se trataría de la continuación de la democracia. La conducta de Morales, manipulando instituciones con las ventajas del poder, es tendencia reciente de liderazgos que se creen que encarnan la voluntad popular y que por tanto no tienen que seguir las normas de los simples ciudadanos.”

Corresponde a los políticos y medios democráticos enfrentar las acciones y esos discursos manipuladores de los líderes de oprobiosos regímenes; y poner al tanto a los ciudadanos, a la población de nuestros países, sobre todas las aristas de los hechos y los auténticos acontecimientos.