Vemos como se ataca de forma directa e indiscriminada a varias democracias regionales, bajo la coordinación de los enemigos de la libertad: Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla, el narcotráfico y el terrorismo.
Sabemos muy bien que sus intereses son las más oscuros y abominable. Se trata del ataque de un modelo de criminalidad y opresión en contra de otro modelo que de libertad y prosperidad. Es la guerra no convencional desatada en contra de los valores occidentales.
No solo es la agresión criminal en Latinoamérica, es un peligroso acercamiento del poder político español al chavismo en Europa a través de Podemos; es la islamización de Francia, es la narrativa progresista que pretende imponerse en el hemisferio; es el ataque en distintos aspectos.
No hay cabida para opciones tibias ante momentos cruciales que decidan nuestro futuro, nuestra supervivencia y por supuesto la historia. No se trata de una épica política, se trata de la libertad, y la libertad debe defenderse con todas las herramientas políticas. Son momentos que van mucho más allá de los conflictos sociales normales de nuestros países, son momentos de encrucijadas existenciales.
Ante quienes usan la excusa de la protesta social para delinquir, incendiar, destruir, darle rienda suelta a sus actos inmorales, se les debe tratar como lo que son: delincuentes, en ese sentido, resulta imperante que todo el peso de la ley y la fuerza de las instituciones los neutralice y derrote.
Ahora mismo, se trata de elemental supervivencia, y por ello, insisto, hay que derrotarlos para que no logren sus macabras intenciones de establecer un modelo de servidumbre de los ciudadanos al servicio de las más oscuras y abominables organizaciones criminales del planeta.