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SI VIS PACEM PARA BELLUM

Antiguo adagio latino

Pasó el 16, pasó el 17 y el 18…

Y tras otra oportunidad en que muchos salieron a apoyar a quienes nos ofrecieron «Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” de nuevo nos cuentan que al parecer se retomarán las negociaciones en Noruega.

Creo que a estas alturas, ya la gran mayoría de los venezolanos reconocen que el problema de Venezuela no es político, ni ideológico. Sí, el socialismo fue usado como excusa y herramienta para concentrar poder y desmontar las estructuras de control de la República en nombre de esa entelequia: “el pueblo”, que sospechosamente siempre quiere lo que permite a quien lo engaña hacerlo con más facilidad y menos riesgos. Pero una vez concentrado el poder y eliminados, tomados o neutralizados los controles el proyecto chavista se convirtió, simplemente, mediante sus contactos con la guerrilla narcotraficante colombiana y las organizaciones terroristas islámicas, en un Estado criminal; es decir, una organización criminal con control territorial (¡y de los inmensos recursos que aquí se encuentran!) , representación ante organismos internacionales e incluso “soberanía” tras la cual esconderse y esconder a sus siniestros aliados.

Para la valiente voz de María Corina Machado y de muchos otros, la sigamos o no, eso obliga a la creación de una coalición militar internacional para liberar el territorio venezolano y a sus habitantes eliminando esa amenaza regional y permitiendo iniciar la reconstrucción tras la calamidad nacional. Sin embargo, esto que parece obvio para quienes entendemos que tras 20 años de este régimen criminal es imposible contar con los militares locales que durante ese tiempo han sido corrompidos e incluidos en los negocios del régimen (tráfico de alimentos, contrabando de gasolina, explotación minera ilegal o simple extorsión parecen obvios pero imagino que otros más originales y productivos deben escapárseme) o neutralizados retrasando sus ascensos, relegándolos a cargos sin comando de tropa y/o hostigándolos a una baja temprana, parece un concepto peregrino y extraño para quienes dicen estar “dejando el pellejo” por nuestra libertad. ¿Por qué?

Fuera de posibles complicidades que no puedo probar y quisiera no asumir, creo que el problema se reduce a que uno solo ve lo que quiere ver. Quienes se aferran al concepto de que una mala negociación es preferible a una buena guerra (concepto que en abstracto suena muy bien) se niegan a ver la obvia necesidad de no solo solicitar formalmente dicha coalición (usando o apelando al R2P ante el TIAR, la OEA, la ONU y todo aquel que quiera escuchar – EEUU, Colombia y Brasil parecen muy buenos candidatos dado que son los más amenazados) sino, además, de establecer las condiciones, enlaces, objetivos y alcances de la acción de dicha coalición según lo establece la Constitución nacional en su artículo 187, numeral  11. Se niegan a verlo porque no quieren una guerra.

Sin embargo, al cerrarse a ello hacen imposible también cualquier negociación real.

Una negociación exitosa es aquella en la que ambas partes maximizan sus ganancias o en el peor de los casos minimizan sus pérdidas. Estamos en el peor de los casos al negociar con criminales comprobados para quienes los argumentos relativos a la evidente destrucción del patrimonio público y de la esperanza y nivel de vida de los ciudadanos no tienen peso al compararlos con sus propias ganancias mal habidas y el evidente riesgo en que estarían estas y ellos mismos si debiesen enfrentar una justicia imparcial. Nada que podamos ofrecerles es mejor que lo que ya tienen (las sanciones internacionales por ejemplo no dependen del liderazgo local, dependen de gobiernos extranjeros que las aplican en función de sus intereses). La única forma de negociar con ellos es mediante una amenaza creíble y fuera de una coalición militar extrajera,  por lo tanto no controlable por ellos, no hay otra forma de obligarlos a negociar realmente.

 A simular una negociación no hay que obligarlos, obviamente, los hace ver como razonables y “democráticos” y les da tiempo adicional para seguir con su pillaje de lo que queda…

Entiendo que esta confrontación abierta requiera  precauciones adicionales e implique un nivel mayor de riesgo. Sin embargo sin ella no hay solución posible.

J. Roberto Prado

Valencia, 18 de noviembre de 2019