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Ni en la que algunos llaman “cuarta”, ni bajo este sistema de mafias; a lo largo de nuestra historia, el político clientelar, caudillista, populista y vago ha sido el denominador común en las diferentes funciones públicas. Muchos crearán que lo técnico se reduce exclusivamente a un título universitario; pero esto va más allá.

Tecnificar los asuntos públicos; es decir, los asuntos que nos conciernen a ti, a mi y a todos los ciudadanos en una determinada jurisdicción requiere de personas cuya preparación trascienda la universidad, pero sí cuenten con la debida experiencia, mérito y competencias para asumir la responsabilidad que les corresponda; pues, los técnicos creen y aplican muy bien el concepto de la división del trabajo: reconozco en qué soy bueno, pero en especial, en qué soy malo.

Experiencia, mérito y competencia son nociones que pueden conseguirse en otros gobiernos del mundo; pero en todos, muy probablemente, estas se importaron del sector privado. Es ahí, en las empresas, en dónde no basta con tener las más altas clasificaciones sino se cuenta con la experiencia que muchas veces se genera del error, así como de una formación integral apegada a principios y valores. Es en las empresas en dónde la competencia es una virtud y no un miedo, además de promoverla de manera leal y no bajo la óptica de destruir al otro. Finalmente, es éste, el mejor espacio en el que se reconoce el mérito y se valora al individuo por su esfuerzo, capacidades y ventajas competitivas; no se queda simplemente en la medalla o el cuadro del empleado del mes, se da oportunidad de crecer.

Así entonces, técnicos que cumplen con estas propiedades son los que, desde los espacios públicos, permitirán que poco a poco los males históricos que han caracterizado la administración pública venezolana se sepulten. Son estos los que permitirán que no se improvise, no se hagan las cosas por salir del paso o que finalmente no sean vagos quienes se encarguen de los asuntos de todos. Para los vagos ya el mercado nos dirá de qué vivirán.

Ahora bien, intuitivamente, ustedes podrían preguntarse ¿Es posible llegar a tener estos técnicos? La respuesta es sí, pero condicionada. Por un lado, la cantidad de venezolanos brillantes, comprometidos y que realmente desean trasladar el mérito de su trabajo cosechado, la experiencia y ganas de competir para mejorar, es innumerable. Pero, siempre hay un, pero, para que esto llegue a ser efectivo necesitamos implementar esa voluntad política necesaria que bien les narré en la columna anterior.

Lo técnico no puede estar desprendido de la política por tres condiciones cuasi naturales: todos somos seres políticos una vez nos consideramos ciudadanos; el técnico debe estar presionando al político, así como el político a los técnicos; y finalmente, el técnico es garante de transparencia, rendición de cuentas y perenne auditoria interna.

Lo anterior es quizás el complemento final de lo que he denominado “la tecnificación de los asuntos públicos” como pilar de la también denominada Política Inteligente. La rendición e cuentas y la transparencia no pueden ser un misterio en ninguna instancia pública de cualquier nivel.

Si algo debe imperar en una nueva Venezuela es la justicia. A la que el Estado venezolano pequeño, limitado y permanentemente controlado (por los ciudadanos) que alcanzaremos deberá tener mano dura: No se tolerará ningún tipo de corrupción ni escándalos de soborno, mucho menos en el sector público.

Por eso, llenar de técnicos integrales las principales direcciones de las alcaldías, gobernaciones y ministerios contribuirá a generar ese clima de corresponsabilidad y, por ende, un doble control en cuanto al manejo de fondos, ejecución de obras y el propio diseño de aquellas políticas públicas realmente necesarias.

El mayor esfuerzo para promover estas transformaciones, deberán hacerlo las propias organizaciones públicas y políticas. Este concepto deja al margen a quienes creían que por repartir volantes con el partido merecían una dirección general o a quiénes creen que, por ser el mejor amigo del candidato, indirectamente recibirán algo. No, este tipo de vagos no volverá a llegar al poder. Pero eso sólo dependerá de si nosotros, tú lector, yo escritor y la comunidad en general, permiten que el vago vuelva a llegar y sólo se considere candidato al que mejor cara tiene o el que más me toco la puerta. No se deje engañar. Cuando haya elecciones, de verdad, procure no sólo ver la cara del candidato sino saber los técnicos que lo acompañarán en su gestión.

De esto se trata también, la Política Inteligente que día a día construimos desde ya en Los Salias.

Economista, con máster liderazgo y gobierno. Profesor universitario

Coordinador de Vente Los Salias y Vente Mundo

@FabioLValentini