Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Se han perdido muchas cosas en Venezuela en estas más de tres décadas de descomposición cultural; muchos, lamentablemente y a todas las escalas de la vida social, han perdido la ética, la moral y las buenas costumbres, no hay excusas que justifiquen comportamientos que van contra la sociedad, aquí no cabe aquel dicho de «no hay mal que por bien no venga», y es que hoy no puede haber puntos medios, o está todo bien o está todo mal.

Llegar hoy a cualquier institución pública y privada en Venezuela, es lidiar con colas, procedimientos tediosos, oficinas en condiciones precarias a nivel de infraestructura y sin materiales de oficina; aún más terrible, es debatirse con la pésima atención, caras largas y gestos groseros, resultado de muchas cosas, entre ellas, pésimas condiciones y ambiente laboral, salarios de miseria, e incluiría también, poca formación profesional, aunque en ocasiones, no se necesita formación académica para ser amable, no necesitamos títulos ni diplomas a papel cebolla para dar los buenos días y decir gracias.

No sé qué tan odioso sea ser un crítico de la atención al cliente o al ciudadano, pero así me asumo. Es inevitable para mí calificar la atención pública y privada en cada sitio que visito, la lista de lugares que más nunca he pisado producto de una atención de mala calidad, es bastante larga. Así como hay sitios con pésima atención, existen otros donde si pudiéramos tener a la mano una medalla, la entregaríamos a quienes hacen gala del buen servicio.

La calidad en la atención existe porque se ama lo que se hace, cuando estamos enamorados de nuestro trabajo, nos gusta lo que hacemos, lo disfrutamos, y eso, la gente lo nota, lo agradece, lo premia. Y en esto quiero detenerme, para lanzar flores al personal del Hospital Dr. José Antonio Urrestarazu de Caripe; y quiero que sea este artículo una especie de reconocimiento a la excelente labor de todo el personal de este centro hospitalario.

Para hacer corta la historia, el lunes 9 de marzo llegué al referido hospital, dónde mi hermana asistió para iniciar su trabajo de parto, dio a luz el Día del Médico a las 17:04 y fue dada de alta el viernes 13, a las 08:00. Para cualquier venezolano no es fácil estar en un hospital durante cinco días, el dinero no alcanza para comprar comida y medicinas, mucho menos pagar hoteles para pernoctar.

Cinco días es suficiente para desmontar prejuicios; desde el momento que llegué, la amabilidad se sentía en el ambiente, desde aquel que vestido de uniforme verde oliva (lugar donde por cierto, no debería estar porque no es su función y debería reconocer al legítimo gobierno de Juan Guaidó) me indicó donde estaba la sala de parto, pasando por las camareras y obreros, que muy prestos a todo, durante esos cinco días hasta café nos dieron; hasta llegar a estudiantes, pasantes, enfermeras y médicos, que con total cordialidad nos atendieron.

Lo anterior se llama, pasión, compromiso, amor a la profesión, que a pesar de la innegable precariedad que vive el recién reinaugurado hospital, por parte de la usurpadora Santaella el mismo día del alumbramiento (quien profirió unas cuantas mentiras al país en cadena nacional), ninguno de los que hacen vida en este centro médico han perdido, y seguro estoy, lo cultivan a diario.

Eso es lo que necesitamos en el país, en la Venezuela que pronto estará en Libertad, que no mueran las ganas de hacer las cosas bien, todos los días y a cada minuto, que la atención al ciudadano sea de calidad y con mejora continua. Que haya amor por el trabajo, constante formación, hacer lo mejor con lo poco que se tiene y dar gracias a Dios, sin perder la esperanza de que pronto la precariedad ya no será parte del día a día.

En esos cinco días que pasé en el hospital, reafirmo lo que siempre comento sin pena alguna con mucha emoción, y es que los médicos de Venezuela son los mejores, porque se crecen y aprenden en las dificultades, no es fácil salvar y traer vidas en medio de condiciones precarias, en un país donde el régimen que secuestra el poder habla de medicina gratuita y de calidad, y los galenos con manos a la cara deben pedir a los pacientes insumos y medicinas para poder cumplir su trabajo.

Hoy no tengo dudas que en el país si hay gente dispuesta a tener una Venezuela Rica de verdad, no solo en recursos económicos, sino en recurso humano de calidad, de gente amable y cordial, así es el personal del hospital de Caripe, atento, amable, cordial y enamorados de lo que hacen. La Venezuela liberal cuenta con ustedes, para ser ahora sí, el mejor país del mundo, con los mejores hospitales, y con ustedes, los médicos y enfermeras más destacados, las camareras más amables y eficientes, los estudiantes y pasantes más enamorados de su carrera.

@diliojose