Desde la
aparición del nuevo SARS-Cov2, se han puesto a prueba los distintos sistemas
sanitarios del mundo. Siendo aquellos curiosamente, el de los países libres los
que mejor han enfrentado la temible pandemia.
No es casualidad que sean las naciones más prósperas económicamente las que
registraron, hasta ahora, una tasa de mortalidad baja por número de infectados.
Hay gobiernos que fueron más allá que limitar el tránsito de viajeros
provenientes de China.
De forma antagónica a Pekín, está el modelo Taiwanés. La isla ha demostrado ser
referencia mundial en la lucha contra el covid-19, sin necesidad de llegar a
restricciones tan severas como el cierre de espacios públicos o prohibir la
movilidad entre ciudades. Pero, ¿qué hay detrás del sistema liderado por Tsai
Ing-wen, la actual presidente de Taiwán? Simple: libre comercio.
Taipéi, la capital de Taiwán, es uno de los centros financieros más importantes
del lejano oriente y el país se encuentra como uno de los sitios más deseables
para hacer negocios, ubicándose en el puesto número 11 con mayores índices de
libertades económicas, según la Fundación Heritage (2018).
La isla, a pesar del continuo asedio del régimen chino y de ser reconocida
apenas por una veintena de países de la ONU, ha tenido un desarrollo económico
admirable, otorgando a sus ciudadanos una alta calidad de vida. Además, Taiwán
es un país próspero políticamente, conocida como la democracia más sólida de
Asia.
Su estabilidad política, sumado a la facilidad para hacer negocios ha permitido
que grandes inversiones se den en el sector farmacéutico y sanitario. El país
cuenta con un robusto sector de salud privada que provee a sus ciudadanos,
tratamientos avanzados para la cura de cualquier tipo de enfermedades y la del
virus chino no fue la excepción.
La recomendación de las autoridades estatales de esta isla a las grandes
empresas fue que destinaran parte de su producción para asistir la pandemia, o
sea, al desarrollo de respiradores, tapabocas, ventiladores, camillas, etc.
Todo en un ámbito de respeto a la propiedad y sin imposición. El resultado fue
una respuesta rápida para atender la propagación del virus.
El Estado taiwanés no tiene en sus manos el sector sanitario, sus competencias
en esa área son limitadas. Esta forma de gobierno permite que se dé el cálculo
económico de forma espontánea, todo en perfecta armonía con la demografía de la
isla. Es decir, sin que haya menos hospitales que los demandados o más centros
de salud que los requeridos.
Taiwán no es el único país ejemplo en el manejo de la crisis ante el virus
chino. Japón, Corea del Sur, Singapur, Alemania y Nueva Zelanda han demostrado
estar a la altura en cuanto a minimizar los efectos de la nueva enfermedad.
Todos tienen algo en común, sus naciones poseen amplias libertades civiles y
económicas que permiten desenvolver la inventiva de la gente.
Los efectos del coronavirus son letales, se trata de una infección de
propagación veloz y que puede poner en grave riesgo todo el funcionamiento de
un país. La descentralización y transparencia de la información referente al
virus son claves para combatirlo.
Venezuela debe mirar hacia esos países e inspirarse en ellos para cambiar
drásticamente la estructura sanitaria. Una vez superada la tiranía comunista,
hay que poner freno a las competencias de los nuevos gobernantes y dar primacía
al individuo sobre cualquier pretensión colectivista.
Quizá esta no sea la última pandemia, pero sí debe ser la última que nos agarre sin libertades para poder defendernos.