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(Ejido. 12/05/2020) Cuando se filtraron los primeros videos de China sobre el trato inhumano que el régimen de Xi Jinping infringía a los ciudadanos que violaban la cuarentena, se activaron las alarmas por si el coronavirus llegaba a expandirse y junto a él, el autoritarismo. Lamentablemente así fue.

La República Popular China es conocida en el mundo por ser un país represor y con declarado desprecio por la libertad. El prontuario tiránico del Partido Comunista es tal, que muchas personas vieron con poca posibilidad que algo así pasara fuera de las fronteras del gigante asiático.

Desapariciones forzadas, censura y represión desmedida contra médicos y personal sanitario hizo que recordáramos el carácter dictatorial de Pekín. Pero al igual que su virus, la crueldad estatal se esparció también a otros países y regiones:

El gobierno de El Salvador, liderado por el presidente Nayib Buleke, arreció el control en la economía, justificándose en «garantizar el abastecimiento» de la nación centroamericana ante el paro producido por el aislamiento social. «No suban los precios, porque vamos a cerrar sus negocios y les vamos a decomisar la mercadería» amenazaba el mandatario a empresarios y comerciantes durante una transmisión televisada el miércoles 18 de marzo, sin saber (o sabiendo) que estas medidas distorsionan el mercado y vulneran a los ciudadanos.

Rodrigo Duterte, Presidente de Filipinas, endureció el mando a partir del arribo de la infección al país. El político de 75 años ya es conocido por declaraciones excéntricas contra los homosexuales, así como la promoción del uso indiscriminado de la fuerza para ‘delincuentes’. Ahora, con el virus propagándose dentro del territorio, acredita el despotismo al manifestar en cadena pública el día 01 de abril que los agentes del orden deben «disparar a matar» a quien viole el confinamiento.

En España, el gobierno socialista de Pedro Sánchez también se envalentonó contra los civiles con la llegada del SARS-Cov2. El partido de gobierno -PSOE- promovió el 16 de abril ante la Fiscalía General del Estado «investigaciones» para aquellos que cuestionen en Twitter el manejo de la emergencia humanitaria, amenazando con encarcelamientos de hasta 4 años de prisión por «incitación al odio». Algo que no se veía desde los oscuros años del franquismo.

Por su lado, Venezuela empeora de forma acelerada posterior a los primeros casos de covid-19 detectados el pasado 13 de marzo. La tiranía comunista exacerbó el control en el decadente país. No había pasado ni 72Horas del anuncio de la cuarentena, cuando un grupo irregular armado disparó en la cabeza a tres hombres en el barrio 23 de enero de Caracas, en un intento fracasado por mantener el encierro de la población, algo imposible por la fuerte escasez de alimentos y falta de servicios básicos, como agua y electricidad.

La llegada del virus chino a Venezuela recrudeció la conducta ignominiosa de quienes secuestran el poder. En su afán de aplastar toda autonomía, el régimen de Maduro anunció el jueves 23 de abril la ocupación del Consorcio Oleaginoso Portuguesa (COPOSA) una de las compañías más grandes de productos de origen vegetal. Así como la «fiscalización» de Alimentos Polar, Plumrose y de mataderos cárnicos. Agravando todavía más el hambre y desnutrición.

En la mayoría de las naciones del mundo, se ha avanzado con el pasar de los años en el respeto por los derechos naturales del hombre. Incluso, algunos países conocidos por sus restrictivas políticas se habían visto obligados a abrirse un poco más por la dinámica internacional de desarrollo. Sin embargo, el brote del virus de Wuhan ha hecho retroceder nuevamente la libertad.

Estos pasos atrás no deben desmoralizarnos. De hecho, debe hacernos entender que nunca hay que bajar la guardia ante la amenaza del oprobio. ¡Hay que defender la libertad!

«En tiempos de problemas, el miedo es una enfermedad del espíritu que puede retrasar la recuperación», Ronald Reagan.

@eduardojrangelg