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Alexander Campos, sociólogo, director del Centro de Investigaciones Populares (CIP) y profesor de la Escuela de Sociologìa de la Universidad Central de Venezuela, detalla que en un país con otras condiciones, la respuesta de los ciudadanos en estado de angustia sería diferente

En medio de la pandemia por el Covid-19 y la crisis económica, política y social que enfrenta Venezuela, tres casos de homicidios retumbaron en la opinión publica. El primero, el de dos padres en Guarenas que simularon el secuestro de su hijo y luego confesaron que lo asesinaron; luego, una madre en Guárico también asesinó a su bebé y el tercero, fue el caso de un niño en el municipio Chacao que asesinó a su padre.

Ante estos dos casos, distintos ciudadanos comenzaron a cuestionar sobre qué está ocurriendo en la sociedad.  Alexander Campos, sociólogo, director del Centro de Investigaciones Populares y profesor de la Universidad Central de Venezuela, explicó que no se debe juzgar la sociedad ante unos hechos que demuestran el estado de extremidad como en el que se encuentra Venezuela.

Resaltó que la respuesta de los individuos en estas situaciones no es la respuesta que daría en un estado de normalidad, sino que -debido a la situación extrema- es distorsionada. “No podemos entender a una sociedad si la evaluamos desde un estado extremo como el que estamos viviendo. En momentos de angustia, no es real lo que se revela en una sociedad. Como todo ser humano, su respuesta en una situación de angustia no es normal. Son respuestas tergiversadas y es difícil evaluar en esta situación”, dijo Campos.

Detalló que los casos de infanticidios en Venezuela no han aumentado , solo que, por el confinamiento, la atención está puesta en estos hechos. Aunque sostuvo que es muy probable que las estadísticas sean mayores a las historias que se llegan a registrar o a conocer.

“Se han registrado casos de violencia infantil, pero los registrados son menos que los existentes. No es exclusivo de un sector social y ahora hay una percepción mayor porque estamos prestando mayor atención. Y sí hay que estar atentos porque en esta situación los más fuertes, los padres, hacen recaer su tensión en los niños, pero esto no quiere decir que estamos en un estado de degradación de la sociedad, es una respuesta a un estado límite. En otras condiciones, la respuesta sería de protección”.

Campos indicó que la solución no debe enfocarse en un erróneo diagnóstico sobre la degradación de la sociedad, sino en que no existen las políticas públicas, ni un Estado de derecho que garantice que estas situaciones sean prevenidas, y castigadas si se dan. Es decir, mantener el estado de derecho aunqe la sociedad esté en cuarentena.

“Normalmente, lo que sucede en sociedades con Estado de Derecho, es que el Estado no pierde su atención cuando existe una situación límite. En Venezuela, esa atención se dejó de tener desde hace mucho tiempo; al Estado no le interesa. La mirada no debe estar dirigida sobre la sociedad, sino sobre el régimen que deja de actuar”.

Agregó que el principal problema que hay en el país es que el Estado no garantiza que se cumpla la ley y se evite esta situación “No hay una estadística que demuestre una tendencia mayoritaria al infanticidio. El enfoque sigue estando en un Estado en el que no impera la ley, en cuarentena y no se mantiene el Derecho. Lo mismo está ocurriendo con la violencia contra la mujer, esta situación de confinamiento está generando que las relaciones se vuelvan más cercanas, pero con mayor fricción. Deberían existir políticas públicas e instituciones que eviten que esta situación se genere”.

Finalmente, resaltó que una solución política es lo que podría garantizar que se dé la respuesta necesaria para cambiar esta realidad.  “Esperar una respuesta desde este régimen no la veo viable. La solución es política, para que el niño recupere sus derechos debemos salir de este régimen en el que Estado no está a disposición del ciudadano.

Entre tanto, los venezolanos continúan a la espera de un cambio real que no sea sólo político, sino de todo un sistema. Los ciudadanos anhelan ser parte de un Estado en el que las instituciones funcionen y en el que historias como éstas sólo queden en el pasado porque la Venezuela que se construirá le dará al individuo la oportunidad de desarrollarse y de vivir en un país en el que su libertad y sus derechos individuales sean el centro. Y donde la vida sea un tesoro.