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Colombia hubiese resuelto muchos años atrás el problema de no haberse atravesado Hugo Chávez. Los neogranadinos estaban en camino de una definitiva solución de la violencia. Pero se atravesó Hugo Chávez, quien le dio descarado soporte a lo irregulares del vecino país, como nunca pudo hacerlo la empobrecida Cuba, al financiarlos, darles protección y abrirles las puertas a los negocios sucios. Para ello hubo petróleo y cinismo, cuando la chequera bolivariana recorrió toda América Latina y hasta le dio respaldo al chavismo español, como al italiano de acuerdo a lo último que se ha sabido.

En una nueva etapa, la concebida por el Foro de Sao Paulo, pocos líderes enfrentan el proyecto continental que tiene por títere a Nicolás Maduro, como el presidente colombiano Iván Duque. Claro, desde siempre, sabe cuáles son los enemigos de la libertad, de la paz y de la democracia en su propio país y en el hemisferio, procediendo en consecuencia. Por ello, respecto a los venezolanos, sobran los testimonios de una solidaridad que inmensamente le agradecemos, en medio de esas duras e indecibles circunstancias, dándoles toda la acogida y comprensión posible a los desplazados y refugiados en franca huida de la tiranía comunista.

Puede decirse, ahora, que el presidente Duque se les atravesó a los violentos latinoamericanos. Si no hubiere estadistas tan firmes y decididos, como Iván Duque, el panorama fuese demasiado negro. Somos más optimistas, porque está echando las bases de un nuevo orden para la libertad y la democracia, con extraordinaria paciencia y fuerte convicción, en un hemisferio que el terrorismo y el narcotráfico quieren hacer definitivamente suyo. Los neogranadinos deben estar orgullosos de su joven e idealista presidente.