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Hoy conmemoramos el CIC aniversario de la Batalla de Carabobo e iniciamos el año de su bicentenario. Los venezolanos tenemos un reto histórico con la historia en desagravio a nuestros próceres libertadores. En los próximos 365 días, ojalá muy pronto, tenemos que lograr nuestra 2° Independencia para conmemorar y celebrar por todo lo alto el Bicentenario de la Batalla de Carabobo. ¿Lo celebraremos en libertad? Yo apuesto a que sí.

Como obsequio especial para conmemorar tan gloriosa fecha de hoy, les dejo este poema que escribió mi madre, María J. Fernández Yépez de González O, hace 50 años, en ocasión del sesquicentenario de la batalla. Ella ya tiene 93 años y sueña con que este poema sea recitado en el Campo de Carabobo para celebrar el Bicentenario.

CANTO CRIOLLO A CARABOBO

Original de María J. Fernández Y. de González O., 1970.

En homenaje a la batalla gloriosa que se libró en sus campos sagrados el 24 de Junio de 1821.

                I

Soplos de invierno mecían

los calientes pajonales,

en ellos las tropas reales

en vela se mantenían.

Ya los Patriotas venían

concetrándose en el Llano,

en el ardiente verano

con olor a primavera,

era impaciente la espera,

era inclemente el arcano.

                                II

Era el porvenir lejano,

era la lucha segura,

la Libertad, lumbre pura,

era un lucero en la mano.

Como ganado orejano,

la tropa en alerta estaba,

cuando cantó la guacaba

volando sobre el poblado,

bajo un augusto techado

la batalla se gestaba.

                                                III

Bolívar con Páez hablaba,

enfrente Plaza y Cedeño,

todos poniendo su empeño

en lo que allí se planeaba.

Venezuela vislumbraba

el final de una quimera,

vana ilusión ya no era

y el pueblo así lo sabía,

porque ansioso presentía

el triunfo de su bandera.

                IV

Estaban en La Blanquera,

en San Carlos de Cojedes,

entre vestustas paredes

de la casona llanera.

Ah malaya, quién pudiera

buscar el eco perdido

que se encuentra allí escondido

en pasillos y rincones

para escuchar las razones

de aquel héroe convencido.

                                V

Luego la ruta ha seguido

en blanca cabalgadura,

la legendaria figura

del jinete esclarecido.

Con la tropa confundido

iba en pos de un ideal

y en aquel camino real

de Tinaquillo a Valencia

iba dar la Independencia

su clarinada final.

                                VI

El hispano fue el rival

de una lucha empecinada,

quedó la tierra empapada

de sangre noble y leal.

Lucharon de igual a igual,

soldados y generales,

corrió la sangre a raudales,

costosa fue la victoria,

poque el tributo a la Gloria

fue de despojos mortales.

                VII

La Torre, también Morales,

alzaban con galanura,

en medio de la llanura

soberbios pendones reales.

Esperando los rivales

con orgulloso valor,

los miró el Libertador

desde lo alto de una loma,

presto retrocede y toma

una vereda mejor.

                VIII

Así trazó sin temor

la táctica del encuentro:

Plaza comadaría el centro,

poniendo en ello su honor;

Páez lucha con rigor

flanqueando por la derecha

y por la quebrada estrecha

iba al combate Cedeño,

pero murió en el empeño

y el Gloria desde esa fecha.

                                IX

Cuando la suerte se echa

no ha llegado el mediodía,

la tropa real ya veía

la fuerza de Páez desecha,

pero en eso abre una brecha

el intrépido Farriar,

oportuno fue su entrar

en esa lucha titánica

porque la Legión Británica

fue quien los pudo salvar.

                                X

Páez logra organizar

su tropa y lucha de frente,

Farriar con toda su gente

vuelve a la carga a luchar.

La Legión logra frenar

la feroz arremetida,

como la lucha es suicida

pone en tierra la rodilla

y en esa forma sencilla

hace ofrenda de su vida.

                XI

La guerra no está perdida,

caen Davis y Scott también,

soldados sin saber quien,

besan la tierra querida.

Es fuerte la arremetida

del ejército Patriota,

con la bandera ya rota

se nos entrega el Basbastro,

por el suelo quedó el rastro

de un batallón en derrota.

                XII

En los realistas se nota

una enorme confusión,

el criollo es la abnegación

por una causa devota.

Ah mundo, en tierra remota,

el Rey de una corte blanda,

ignora su hora nefanda

que da fin al coloniaje,

Venezuela da el viraje

que su povenir demanda.

                                XIII

Ambrosio Plaza es quien manda

la tercera división,

con innata distinción

a sus soldados comanda;

cuando Infante se desmanda

y busca ansioso la huida,

lo alcanza y da una batida

contra el hispano pendón,

es su lucha la del león

al que desangra una herida.

                                XIV

La tropa está conmovida

pues la batalla ha ganado,

pero en el campo ha quedado

el jefe de la partida.

Sufre el alma estremecida

al ver que el Libertador

sostiene a Plaza llorando

porque el héroe está entregando

su noble vida al creador.

                XV

Aturde y causa pavor

el tronar de los cañones,

banderas hechas jirones

tremolan con gran dolor.

En medio de este fragor

viene Páez avanzando,

los llaneros van peleando

como venados en celo,

la tropa real por el suelo,

destrozada van dejando.

                XVI

En su caballo jadeando,

se acerca Pedro Camejo,

_“Mi General, yo lo dejo”_

dice ante Páez vacilando.

Éste lo increpa pensando

que huye cobarde y desleal,

respondió: _“Mi General,_

_digo adiós porque estoy muerto”_

y le enseñó el pecho abierto

en el estertor final.

                                XVII

Honda la herida mortal,

hondo el respeto sentido

por aquel hombre curtido

a quien llamó General.

Valor que no tuvo igual

al seguir un derrotero,

negro valiente y sincero,

supo cubrirse de Gloria

y así ha pasado a la historia

heroico Negro Primero.

                                XVIII

Húmedo el campo señero

porque en la noche ha llovido,

húndese en lodo el herido

cuando cae en el fanguero.

Carabobo en un reguero

de héroes se consituye,

la sangre de todos fluye

como agua de manantial

y el campo que era un erial,

una Patria nos construye.

                XIX

Morales cobarde huye,

se retira el Valencey,

ya la milicia del Rey

la lucha franca rehuye.

A Bolívar se atribuye

el triunfo de la jornada,

en la sabana diezmada

quedó la tropa realista,

el héroe pasa revista

sobre su gente cansada.

                XX

La Libertad es sellada

con sangre en lugar de lacre,

flota amargo un olor acre

en la sabana pelada.

La Patria independizada

tiene el pecho adolorido,

es mucho lo que ha sufrido

en esta gesta de Gloria

y el precio de la victoria

lo pagó en muertos y heridos.

                                XXI

Sobre voces y gemidos,

el sol cuando se ponía,

con oblicua luz cubría

los cuerpos de los caídos.

Vencedores y vencidos,

tras de la lucha azarosa,

en el fondo de la fosa

comparten la misma tierra

porque al terminar la guerra

los cubrió la misma losa.

                XXII

Así el realista reposa

junto al patriota rival,

la muerte fue por igual

con unos y otros piadosa.

Venezuela generosa

rinde honor al que ha caído,

que no lo cubra el olvido,

la patria nos lo reclama

y arde peremne tu llama

Soldado Desconocido.

                XXIII

España todo ha perdido,

las campanas de Valencia

celebran la independencia

que al fin hemos conseguido.

Este pueblo tan sufrido,

lanza al viento su alegría,

como la flor de María,

como el vuelo la tigana,

como el sol de la mañana

cuando se despierta el día.

                XXIV

Como cuenta de peonía

que se riega en el sendero,

como el canto mañanero

del peón en la vaquería.

Así también se vería

ondear nuestro tricolor,

sobre aquel campo de honor,

esplendoroso de Gloria,

se agigantaba en la historia

egregio el Libertador.

                XXV

Bolívar el soñador,

en pleno triunfo se empina,

toda América Latina

se baña en su resplandor.

Un arrullo es el clamor

de las dianas inmortales

y en aquellos pajonales

sangrientos de Carabobo,

el héroe ve con arrobo

su Patria envuelta en pañales.

                                XXVI

Cantos y gritos triunfales

acunan su tierno lloro,

la Libertad es tesoro

para mitigar sus males.

Oh, los héroes inmortales,

los nombro de corazón:

Manrique, Vásquez, Salom,

Muñoz, Córdoba, Briceño,

Rangel, D’Eluyar, Cedeño,

Uslar, Mariño, Rondón.

                XXVII

Todos los padrinos son

de la patria que nacía,

bajo el sol del mediodía,

en el trueno del cañón.

Pisamos hoy con unción

suelo con sangre regado.

En aquel campo sagrado,

por ver mi Patria nacer,

siendo como soy, mujer,

hubiera sido soldado.

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NOTA: Cuando el poema vaya a ser recitado por un hombre, la última estrofa se cambia por la siguiente:

                XXVII

Todos los padrinos son

de la patria que nacía,

bajo el sol del mediodía,

en el trueno del cañón.

Pisamos hoy con unción

suelo con sangre regado.

En aquel campo sagrado,

por ver mi Patria nacer,

hubiese querido ser

el más humilde soldado.

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