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Las nuevas generaciones tienen sus números en rojo en cuanto a felicidad se refiere, en virtud de que en los últimos años solo conocen la incertidumbre; nada es cierto, nada es permanente, nada se planifica, nada garantiza una mejor calidad de vida, pues se está desvaneciendo en una actividad o en no hacer absolutamente nada, y con la mayor tristeza, de que ni siquiera estudiando podrán contar con la seguridad de acceder a una relativa prosperidad en un país sin oportunidades, eso, sin considerar la calidad de la educación que se imparte en el país, donde lo importante es enseñar a venerar a un líder egocéntrico e insepulto que lo único que representa es dolor y engaño, porque nada productivo dejó en su mochila, excepto una familia multimillonaria sin actividad productiva conocida. Con dolor hay que decir, espanta el futuro de estas generaciones en el que ningún proyecto es factible, donde solo es posible acostarse sin tener una piche idea de que se va a hacer al día siguiente, es vivir en una cuerda floja; sabes que vas a caer sin saber en qué momento va a ocurrir o si podrás tener la oportunidad para saltar a tiempo y salvarte, con la esperanza puesta en que las cosas van a cambiar. Es una espera eterna, es prolongar la agonía cada vez más, cuando no se hace nada para que las cosas cambien o mejoren, es imposible si no se hace algo; cada acción tiene una reacción y si la actividad es la inacción, el resultado es estatismo.

Pues, es necesario decir, que hay formas para salir de este laberinto oscuro en que nos ha metido este régimen, por su despreciable empeño de mantenerse en el poder, porque reconocen que no tienen otra forma de salvarse de la cárcel al haber propiciado tantas muertes, caos y destrucción, por sostener regímenes igual de crueles e inhumanos con los recursos de todos los venezolanos.

La solución más viable es acoger inmediatamente una economía de mercado, eliminar los controles, restituir las garantías económicas y demás derechos constitucionales, abrir nuevos espacios para la inversión privada, nacional y extranjera, privatizar servicios públicos que no han funcionado en manos del estado, reconstruir la infraestructura urbana y de transporte, respetar la meritocracia, estudiar el historial profesional de quienes asuman cargos en el  gobierno para acabar con el padrinazgo y el nepotismo, adecuar los sueldos a niveles inflacionarios de forma temporal; por lo menos hasta que se reinvente el mercado para que este imponga los sueldos de acuerdo a su crecimiento y competencia, manteniendo únicamente una referencia salarial, imponer el imperio de la ley adecuando aquellas leyes dictadas con objetivos centralista e intenciones ideológicas comunistas, que acrecientan la hegemonía del poder en una elite neo comunista- fascistoide, y que se emplean para proteger el estatus quo, es decir, al régimen y sus secuaces para encubrir sus fechorías con la excusa de proteger al pueblo. Todo esto con la colaboración de una oposición complaciente y cómplice seguidora de la línea de pensamiento izquierdoso, proteccionista y destructivo, disfrazado de demócrata, que lo único que busca es mantener un férreo control de la sociedad. Hay en nuestra sociedad la madurez suficiente para dejar las muletas a un lado y seguir con rumbo firme, a un gobierno republicano donde gobiernen los ciudadanos y el estado se ocupe de hacer cumplir las garantías constitucionales para mantener el equilibrio basado en la unidad de la ley.

En un nuevo despertar, las Personas  libres crearan la sociedad soñada.

Edgar Hernández, Coordinador de Formación en el municipio Arístides Bastidas