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(Los Teques. 09/07/2020) Parte fundamental del sostenimiento democrático de un país lo constituyen los partidos políticos. Por lo tanto, podemos deducir, sin miedo alguno a equivocación, que cuando se busca de cualquier modo alterar la democracia en su funcionamiento esencial el ataque, la vulneración, la ilegalización o la extinción de los partidos, resultan claves y así nos pasa en Venezuela.

No ha habido disimulo alguno en la procaz manera como se ha tendido desde el poder tiránico a destruir los partidos políticos: Empezaron adueñándose de Copei hasta secar ese árbol. Más recientemente el feroz torpedeo ha sido para con los antiguos socios del régimen en el diálogo, las negociaciones, el mal afamado G4 que se redujo a darle su respirador a los opresores para permitirle llegar a las más fraudulentas y repulsivas simulaciones de elecciones que se hayan proyectado en nuestro país. Así han expropiado o invadido, terciado, hasta dividir, con esta manía confiscatoria de todo aquello que medio funcione a: Acción Democrática, Primero Justicia y menos escandalosamente al partido de Manuel Rosales y Stalin González, Un Nuevo Tiempo. ¿Por qué será? Pero bueno, faltaba terminar de intentar liquidar a Voluntad Popular.

Lo de Voluntad Popular es una promesa de acabamiento con acciones permanentes de muy atrás. La prisión de su líder fundamental, Leopoldo López, y la de diputados insignia. Persecución de otros hasta provocar su exilio. Junto a los socios negociadores de Primero Justicia, también con presos, perseguidos y hasta muertos, el de López es el partido con el que más se ha ensañado la ferocidad mostrada por el régimen para permanecer en el poder.

Nadie puede alegrarse de estos hechos que demuestran la destrucción democrática en Venezuela, ésa que algunos países todavía se niegan a comprender en su verdadera profundidad. Ésa que incluso algunos partidos, líderes y otros poderes como los religiosos pretenden ocultar en procura de un posible entendimiento con los secuestradores. Sin terminar de percatarse de la realidad. Resulta imposible, porque quienes mantienen el poder son de una tesitura delincuencial para la cual no existe valor de pactos ni de la palabra, como no sea la empeñada a Cuba y a Rusia, a China, a Irán, a sus socios narcos, a sus socios terroristas.

¿Elecciones así? Ni de lejos. No miente el ratificado ministro de la defensa del lado expropiador. No hay acción política que valga para la entrega. Ellos tienen las armas. Nosotros, los opositores reales, la palabra y la acción política. En lucha tan desigual sólo cabe una salida para la reconstrucción. Ésa donde Voluntad Popular y los demás partidos políticos puedan gozar de la democracia y establecer sus dinámicas. Todo lo demás serán payasadas saineteras, como aquella de La Carlota y tantas otras. El tiempo transcurre implacable.

William Anseume