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En la separación de poderes ningún poder debe tener preponderancia real o formal sobre los demás poderes, es decir, que de hecho y de derecho sean entre sí independientes. Eso distingue a la separación democrática de poderes de la división funcional.

La división de poderes es un concepto que consiste en la separación de las distintas atribuciones de un gobierno. A un Estado con este tipo de características se le denomina República y tiene tres poderes, a saber: el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial.

En ciencia política y derecho, el poder ejecutivo es una de las tres facultades y funciones primordiales del Estado. Se distingue así del poder legislativo, que aprueba o deroga leyes, y del poder judicial, que las interpreta, hace respetar o invalida. Se ejercen a través de órganos distintos e independientes entre sí.

La primera formulación formal de la moderna teoría de división de poderes es obra del pensador francés Montesquieu, quien sostenía que en cada Estado había tres clases de poderes con funciones y campos de acción bien delimitados:

  • El poder legislativo, que es el encargado de hacer, corregir o derogar las leyes.
  • El poder ejecutivo, que es el responsable de la gestión de los asuntos del Estado, de aplicar el orden jurídico, representar a la nación a nivel internacional, comandar las fuerzas armadas y ejecutar políticas de acuerdo con la voluntad de los ciudadanos y las leyes.
  • El poder judicial, que es el que tiene como objeto interpretar las leyes e impartir justicia en los conflictos entre los ciudadanos.

La división de poderes es fundamental para la existencia de la libertad, porque con ella ninguno de estos poderes tendrá la fuerza suficiente para imponerse sobre los otros e instaurar un régimen autoritario.

El absolutismo monárquico, los totalitarismos modernos o las tiranías recientes de izquierda y de derecha son algunos de los ejemplos de regímenes políticos que desconocieron el principio de la división de poderes, e instauraron regímenes de corte autoritario, totalitario o dictatorial, que cercenaban las libertades de los individuos y sus derechos humanos.

Cada poder debe ser totalmente independiente de los otros dos, y las decisiones de un poder no pueden ser invalidadas, anuladas o modificadas por otro. En caso contrario, sería algo normal y habitual las injusticias de todo tipo. Piense que si los mismos que hacen las leyes, son los que gobiernan el país según esas leyes y, a la vez, son quienes dicen quién cumple o deja de cumplirla, sería muy fácil para ese grupo de personas hacerse las leyes a su medida  pensando en lo mejor para sus intereses y no para el conjunto de los ciudadanos,  violarían las leyes pero sin recibir ninguna sanción por ello,  ya que se vigilarían ellos a sí mismos, y no se sancionarían a sí mismos.

La división de poderes es el principio organizativo de los Estados modernos según el cual las funciones legislativa, ejecutiva y judicial se ejercen a través de órganos distintos e independientes entre sí, que permite que los diferentes poderes se limiten y moderen recíprocamente creando una dinámica de pesos y contrapesos, de modo que entre ellos haya equilibrio y ninguno pueda prevalecer sobre el resto. Impide, pues, que haya abusos de autoridad, pues la autoridad pública se encuentra distribuida de manera equilibrada entre estos tres órganos fundamentales del estado. Es evitar la concentración de los poderes del Estado en una sola persona, órgano o corporación, lo que vendría a imposibilitar los abusos de autoridad y, con el tiempo, el surgimiento e instauración de un régimen autoritario o tiránico.

Coordinador de formación de cuadros de Vente Tucupita.