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I. TOLERANCIA FRENTE A LA INTOLERANCIA

 En los últimos años, quizás décadas, hemos estado viviendo la etapa más álgida de movimientos que buscan la igualdad (en algunos casos) de ciertos colectivos, de alguna forma. Y casi como un sentimiento de culpa, gran parte de la sociedad ha aceptado estos movimientos, partiendo desde la premisa liberal de dejar a cada uno hacer con su vida todo aquello que no perjudique a otro individuo, dentro de sus libertades individuales.

La tolerancia e intolerancia han sido palabra claves dentro de estas llamadas luchas reivindicativas. Casi como una orden inquebrantable, se pide a una inmensa mayoría, tolerancia máxima frente a cualquier nueva idea que surja.

Intolerancia es una palabra de moda durante los últimos años, parte de la progresía mundial se ha encargado de etiquetar como “intolerante” a todo aquel, que no perciba el mundo de la misma forma que ellos, sin embargo, han escalado el concepto. Hoy la intolerancia es la etiqueta que ponen la progresía a todo individuo, que no sea activista de cualquier movimiento impulsado por ellos. Es aquí donde nos encontramos con una interrogante fundamental para entender el mundo libre que esperamos construir

¿Debemos tolerar la intolerancia? Sí, siempre que esa intolerancia no genere un daño real sobre las libertades de otras personas, es completamente natural y debemos aceptarla.

¿A qué me refiero con esto? La intolerancia, dentro del concepto que hoy intentan imponernos, va mucho más allá de adversar ciertas posturas. A los ojos del progresismo, intolerante es todo individuo que, incluso compartiendo ciertas ideas, decidió no ser miembro activo de algún movimiento especifico.

Es entonces cuando los progresistas, en consonancia con sus ideas, debe hacer un ejercicio de tolerancia y aceptar la decisión de cada individuo de sumarse o no, a un movimiento, entendiendo que esto no lo convierte en una persona intolerante.

Como liberales, respetamos la decisión de cada uno de hacer con su vida lo que cada uno decida, sin embargo, eso no nos obliga como sociedad a formar parte de ningún movimiento del que no queramos ser parte, y esto, a diferencia de lo que la progresía quiere hacernos ver, no nos convierte en intolerantes.

Ser liberal, se traduce en respetar el proyecto de vida de cada individuo y no sumergirlo en colectivos que le resten esta cualidad. Como liberales, debemos promover la tolerancia, incluso sobre aquellas ideas que no compartimos. Como liberales, debemos respetar cada elección de vida, incluso, tolerar a los intolerantes.

Álvaro Jardim.

 

II. LAS VÍCTIMAS DEL VICTIMISMO

Muchas son las experiencias desafortunadas que puede atravesar una persona propensa a desarrollar victimismo, puede ser un crimen, violencia, rechazo o abandono. La recomendación de los expertos es la terapia psicológica, al igual que el apoyo de los familiares y amigos para poder superar el hecho y convertirse en una persona plena. El victimismo no constituye ningún diagnóstico clínico en principio. Sin embargo, desde el punto de vista psicológico se manifiesta como un mecanismo de defensa en el cual se evaden los problemas cotidianos y comprende una sensación constante de indefensión por lo que se está predispuesto a lo negativo y/o perjudicial.

El marxismo moderno utiliza esta condición bastante común en los jóvenes para sembrar sus ideas y no hay nada más fértil que una mente llena de inseguridades, resentimientos y baja autoestima para germinar a esos revolucionarios postmodernos hoy denominados progresistas. Utilizan esa premisa maquiavélica que reza “divide y vencerás”, para crear colectivos cohesionados alrededor del resentimiento hacia quienes consideran sus victimarios, creando grupos de presión que responden a sus intereses políticos e influyen en la opinión pública para conquistar el poder con el cual pueden materializar su ideal colectivista, anulando al individuo y a cualquier forma de expresión distinta. Es así como la víctima identifica a su victimario, el homosexual es víctima del heterosexual, la mujer es víctima del hombre, el negro es víctima del blanco, entonces bajo la excusa de la búsqueda de igualdad, nos separan cada vez más unos de otros.

Somos quienes defendemos la libertad las víctimas del victimismo, porque en nombre de la justicia social, se pretende silenciar a todos los que no compartimos esas premisas hegemónicas de esclavitud voluntaria. La sociedad libre se caracteriza por estar abierta al debate de ideas diversas, y la mejor arma que tenemos los que elegimos estar en el frente de esta batalla, es el lenguaje. Mientras muchos marxistas modernos utilizan el complejo de víctima de los demás para manipularlos haciéndolos creer que pelean por una causa justa, nosotros en cambio estamos dispuestos a decirles que ha llegado el momento de despertar, que sus voceros se equivocan, y que lo que los liberará definitivamente del victimismo es el más genuino orgullo que nace de la primacía del individuo por sobre todas las cosas, haciéndolos dueños de su destino y dándoles el valor para ser los protagonistas de su vida. Los orgullosos no esperamos que nadie nos dé nada, porque estamos dispuestos a conseguirlo por nuestros propios medios, nos defendemos de todo aquel que nos quiera atacar y no necesitamos que nadie más lo haga, porque tenemos el coraje de hacerlo nosotros mismos. Sepan que, aunque hoy pretenden callarnos, somos tan orgullosos que no se lo vamos a permitir. Solo le queda a cada uno de ustedes, elegir la trinchera de la esclavitud o la trinchera de la libertad.

Humbert Navas.

 

III. NO, POPPER NO DIJO ESO…

No, Karl Popper no dijo eso…

No, no tengo que intolerar al intolerante, censurando su expresión y exigiendo que venga el aparato represor del Estado, o cualquier pandilla de cobardes a erradicar su opinión, por muy terrible que me parezca. Porque la libertad es una sola y es para todos, no es para un grupo selecto ni para un discurso único; si no, no sería libertad, sería un fantasma de la libertad que en algún momento tuvimos, pero que desapareció en manos de los amos de lo políticamente correcto.

Tú no los conoces, no sabes ni siquiera qué cara tienen, porque son una turba que pide que se le corte la cabeza a todo aquel que piense distinto, pero nunca dan la cara estando solos, ni siquiera dan el nombre cuando te escriben al buzón privado. Tú no los conoces, pero esos cretinos se sienten amos de la opinión de todos: tienen un arsenal de insultos preparados y guardan en sus cabezas un montón de ideas absurdas y totalitarias.

Pero, aunque no sepas cómo se ven, por supuesto que sabes cómo piensan: son los que te llaman racista por decir un dato estadístico, discriminador por expresar una verdad biológica, e insensible por criticar una idea. Te dicen que hay que hay que tolerar, pero no te toleran: te arrancarán la cabeza, te escupirán el rostro o exigirán que se te imponga una mordaza.

Su justificación es una muy mala lectura de Karl Popper: la llamada paradoja de la tolerancia. Dicen que no hay que tolerar tu opinión porque eres intolerante. Pero, ¿quién define lo tolerable? ¡Por supuesto que ellos! Los amos de la justicia social… Aunque ni siquiera hayan entendido media palabra del escritor.

Si hubiesen prestado atención, sabrían que intolerante NO es aquel que usa la razón y sus argumentos. Intolerante es aquel que usa como argumento la violencia. En otras palabras: no prohibimos que se escriban novelas donde se describen los crímenes de un sociópata; se castigan los delitos cometidos por ellos.

¿Quién es el intolerante entones? ¿El que expresa algo que incomoda, o el que pide que lo callen?

Dicho por Popper en La sociedad abierta y sus enemigos:

«Si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente.»

Pero luego vienen los hipersensibles exigiendo aceptación a lo que sea que promuevan, pidiendo tribuna para sus estupideces. Y eres un machista por cederle el asiento a una dama, dicen. Eres un racista si no apoyas la locura de Black Lives Matter. Eres un retrógrado si profesas alguna religión. Una alienada si quieres casarte. Eres el propio Hitler si quieres educar a tus hijos.

Lo peor es que los “avalan” expertos en brujería social, estudios de género, revolucionarios de Twitter y las oenegés para “todes”… Y entonces el artista tal, y el presidente del instituto tal, y el político títere tal, y el debilucho tal, y la madre que los parió a todos, se lanzan tolerar la corrupción de menores y la injuria más perversa. Y la persecución cae sobre todos nosotros en nombre de la tolerancia… Y esa “nueva inclusión” que nos excluye a todos, nos quiere sin voz, sin memoria y sin nada.

Desengáñate: estos tipos no quieren tolerar a nadie, sólo quieren la más perversa dictadura moral. Les importa un pepino lo que dijo Karl Popper realmente, cualquier excusa les vale.

Y frente a los idiotas útiles, a los que pensar les duele, la verdad NO debe ser minimizada o callada: debe ser gritada con valor. Estos perseguidores no te respetarán nunca, mucho menos si pides perdón de rodillas por decir algo que no les gusta… Así que más te vale ir acomodándote el pecho, pues lo que se viene será un combate total frente a los intolerantes que proclaman su falsa tolerancia. Nuestra arma es la razón y nuestro destino la búsqueda de la verdad. No debemos rendirnos sin antes haber luchado.

Así que: No, Popper no dijo eso… ¡Tú grita LIBERTAD!

Henry Nadales.

 

IV. LOS DUEÑOS DE LA TOLERANCIA

La humanidad vive tiempos complejos, la modernidad ha traído consigo la creación de riqueza más grande que ha vivido nuestra raza, nunca antes hubo más calidad de vida que hoy, nunca antes hubo más esperanza de vida que hoy y, nunca antes habíamos tenido una sociedad tan avanzada como la de hoy. Esto se logró gracias a algunos principios y valores fundamentales; el valor de la libertad, la pluralidad, el mérito, para resumir estos elementos; el valor del capitalismo.

Los enemigos de la libertad han intentado destruir nuestros valores, mitigando al individuo y centralizando el poder, hemos visto los resultados. Los genocidios más grandes de la historia y los índices más altos de pobreza en nuestra modernidad, los ha logrado la izquierda, esos enemigos que han vendido de cualquier manera sus ideas, para manipular y controlar a las masas. Hoy, los enemigos de la libertad saben que han perdido el debate económico, por tanto, su estrategia es otra; la victimización y el neolenguaje.

De ninguna manera la izquierda renunciará a su agenda económica, jamás renunciarían al sistema que los hace ricos mediante la corrupción, pero, para implementar su agenda, deben manipular y persuadir a la población. Es aquí donde aparecen los dueños de la tolerancia, movimientos políticos con agendas establecidas que se encargan de victimizar a la población, una agenda que promueve la renuncia a los valores individuales en pro de la renuncia a nuestro ser. Estas personas saben muy bien cómo hacerlo y lo intentan, continúan y perseveran en la implosión de nuestro estilo de vida, dónde utilizan a la mujer para victimizarla y manipularla, diciéndoles cómo se es mujer, izando la bandera del antirracismo, cuando ellos pretenden que el blanco debe pedir perdón por ser blanco, colocando una raza y el sexo a la violencia, de esa manera, han creado una nueva tribu, la tribu de los “intolerantes con la intolerancia”.

No existe nada más peligroso que una tribu que le importa poco la evidencia empírica, una tribu que poco le importa la realidad objetiva, una tribu utilitarista que evade la verdad e impone sus sentimientos y percepciones tergiversadas de nuestro mundo. Estos que han cambiado el sentido de nuestra lengua, estos que pervierten conceptos y voluntades en detrimento de las libertades individuales y ciudadanas, son los nuevos policías de la tolerancia, los que te dicen cómo pensar y cómo actuar, los que son intolerantes y violentos en contra de quienes piensan distinto a ellos. Mientras esta tribu perdure en su voluntad de doblegar al individuo, seguirán con su obscena perversión del ser.

Pero aquí estamos los amigos de la libertad, para enfrentarlos y garantizar la verdadera libertad y pluralidad de pensamiento.

Jhorman Terán.