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Durante los últimos años, esta pregunta se la han planteado millones de venezolanos, que han decidido probar suerte fuera de nuestro país, procurando un mejor futuro para ellos y sus familias y persiguiendo la calidad de vida que Venezuela no puede ofrecerles hoy.

La mayoría de los que se han ido, no logran desconectarse de nuestro día a día, no dejan de seguir las noticias y enterarse de todo lo que pasa, muchos por la preocupación que les genera el tener a sus familiares dentro de Venezuela, y la gran mayoría por la esperanza de escuchar la noticia de que pueden regresar; que hay la posibilidad de volver y establecerse de nuevo en nuestro país. Para ellos, esta etapa de la migración habrá sido una pasantía por el mundo, que les dejó aprendizajes y experiencias que ahora podrán aplicar aquí, para construir esa Venezuela que queremos alcanzar.

Plantearnos esta pregunta hoy no es para irnos, por el contrario, es para buscar esos ejemplos del mundo que nos sirvan para construir un país próspero y de libertades, ciudades y países que hayan superado situaciones de conflicto y que se hayan apoyado en la cultura y su identidad para levantarse, que se hayan aferrado a lo que son como sociedad y a lo que es cada uno de sus ciudadanos como individuo, y hayan logrado sacudirse las épocas oscuras que les agobiaban. En el marco del foro – chat que realizamos unas semanas atrás, con Carolina Márquez, una venezolana conocedora de la materia cultural y con una amplísima trayectoria nacional e internacional, se nos reaviva el espíritu de saber lo importante y necesario de seguir produciendo actividades y preservando nuestra identidad cultural desde cada rincón del país.

Una Argentina en guerra que no cancelaba sus musicales y obras de teatro, en la que unos ciudadanos cumplían una labor de defensa de su país y otros cumplían -igual de dignamente-, la labor de ofrecer un espacio de esparcimiento y punto de encuentro, en la que además, la ocasión de entonar su himno nacional les reunía en un mismo sentimiento de orgullo, o una Colombia que sufría los embates de una guerra con el narcotráfico y la guerrilla, en la que eran comunes los atentados, secuestros y sicariato, y cuyos ciudadanos se esforzaban por borrar de sus encabezados esta tragedia y sustituirlos por temas positivos, valiéndose de la música, el teatro y las artes, y apoyados, como bien decía Carolina, en la gran influencia cultural que para aquel entonces ejercía Venezuela y los proyectos que aquí se iniciaban.

La relación entre la cultura y la libertad es muy estrecha, y las dos se dan por sentado cuando son ejercidas, de allí que nuestros esfuerzos deben centrarse en aferrarnos a ambas para levantarnos, para reencontrarnos, para construir un país que ofrezca verdaderas oportunidades y que permita a los ciudadanos desarrollar su potencial. Aunque el escenario actual pueda desanimar, nuestra visión está por encima de éste, pone el objetivo en lo que vamos a hacer el día después, pero se basa en lo que tenemos que hacer hoy; ésto nos reunirá con otros individuos que comparten con nosotros ese interés, con ciudadanos de aquí y de afuera que sentirán la seguridad de invertir en un país que haya superado tantos males, y podremos sustituir los encabezados que nos han atormentado en esta época, podremos desarrollar las iniciativas locales que se han quedado en el tintero, impulsar el talento en cada rincón del país, difundir nuestra identidad cultural local y promover un verdadero reconocimiento entre los ciudadanos, iniciar proyectos que nos permitan insertarnos en la órbita cultural mundial, y ser la referencia nuevamente para otros países, convertirnos en un ejemplo de superación en el que otros países puedan fijarse, recibir a los venezolanos que han estado formándose afuera y poder trabajar en conjunto para lograrlo, y que nuestras ciudades sean la primera respuesta cuando alguien se pregunte ¿hacía cuál ciudad miramos?

@LeonelColina

Comisionado Nacional de Cultura