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La «PAZ» es uno de esos conceptos que obedece a la realidad, sin embargo, difícil de reducir en estrictas expresiones teóricas. Lo mismo ocurre con uno de sus conceptos antónimos como lo es la «VIOLENCIA». Ambos se corresponden con aspectos de los que todos creemos saber que significan pero que muchas veces no podemos explicar. Lo cierto, es que la reducción más estricta nos lleva al denominado «constructo bipolar» del bien y del mal, de modo que, segun las circunstancias se puede decir que: la PAZ es buena y la VIOLENCIA es mala.

En tal sentido, ya ubicados en tales asociaciones conceptuales, y en atención a los procesos cognoscitivos propios de la mente, en condiciones de racionalidad, el ser humano tiene la inteligencia intuitiva para identificar aprioristicamente el bien y el mal.

En orden a ello, en el campo de los fenómenos sociales, han existido unos individuos dedicados a los estudios teóricos y pragmáticos del comportamiento humano, en lo individual y grupal, perfilando cada plano de observación, con lo cual en el curso de los siglos han ido confeccionando planteamientos que en algún momento determinado son aprovechados por agentes del caos, interesados en imponer un preconcebido plan de acción enfocado a tomar el control de gobiernos en lo político, económico financiero, militar y en fin, en todo aquello que signifique poder sobre las masas.

Cabe apuntar que en tiempos remotos -y no muy remotos- dichas acciones se ejercieron por via de intespectiva VIOLENCIA, mediante lo cual era tomada por asalto una determinada localidad mientras los pobladores se encontraban dedicados a sus labores habituales en PAZ.

En siglos recientes, los teóricos y activistas del caos fueron afilando sus espadas, perfilando planteamientos con el único propósito de aniquilar el denominado orden estatuido. Entre muchos aspectos, esbozaron las tesis de una pretendida lucha de clases donde, la «burguesía «se había creado «el derecho» como instrumento que a modo de super estructura es utilizado por la «oligarquía» para imponer su poder.

Con esa errada definición del derecho, los teóricos y agentes del caos, desdicen y desconocen la esencia del derecho y de las instituciones jurídicas que como acervo de la humanidad tiene la finalidad de guardar el orden social mediante el establecimiento de reglas de conductas para la seguridad, lo justo y el bien de todos en el todo social. (Cabe pensar que no es comprensible que haya quienes ostenten el titulo de la noble profesión de abogados y le sirvan al caos y la violencia inducida).

En ese orden, hay que resaltar que el caos, aunque no cesa de ejecutarse bajo los parámetros de la violencia intespectiva o el asalto, ha sido introducido a través de otros esquemas como en la inducción de modelos políticos, la academia, sindicatos, entre otros, de modo sigiloso hasta dar el gran zarpazo y asalto de los esquemas de poder de gobierno donde la mayoría de los pobladores de manera «pacífica» conviven en su rutina diaria, sin advertir tal modo de violencia.

En plena convicción de lo dicho, es necesario apuntar que, del mismo modo pero con la mayor dedicación, los pobladores tomados por asalto, están en la necesidad de asumir la plena conciencia del mal sobrevenido, sabiendo que nada ha sido producto del azar o por casualidad. Con esto hay que determinar que los teóricos y activistas del caos no obedecen doctrinas mucho menos principios o valores. Lo que importa es el asalto del poder como sea; de aquí que, resulta obvio observar asociaciones que van desde la orientación marxista, pasando por el Islam, con la influencia del capital internacional o global (como se conoce ahora) y el blindaje guerrerista armamentista como guinda del pastel. En cuanto a esto, resulta ingenuo llegar a pensar que teóricos y activistas del caos, cuando muerden y tienen bien agarrada la presa, la van a soltar así de fácil, dialogando y echando cuento de elecciones. Cuento le van a echar a quien esto crea.

De este modo, algunos esquemas exigen que se produzca la acción activa de quienes creen en el establecimiento del orden contra el caos, destacando que la paz no se corresponde con un concepto que no vas más allá de las contemplaciones teóricas sin aplicación práctica. De esto aprendimos que la PAZ en una realidad viva y eficaz que se concibe, se trabaja, se alcanza y sostiene con mayor esfuerzo que el implementado por los teóricos y activistas de violencia y caos. No se trata de la paz de los sepulcros ni de quienes esperan que los demás mastiquen para ellos tragar, ni de paz de los salones y discusiones frías, de los discursos diplomáticos ni de los abrazos de las plazas ni de fotos. Trata de la paz activa, disuasiva del mal, que coaccione y coercione al malvado criminal del inframundo.

En definitiva, la paz no es un anhelo ni una quimera sin sentido. La paz: es espada fundida en el crisol de mil metales, capaz de aprovechar el conticinio nocturnal que en acción destroza grandes males, en el albor del sol que alumbra ya. Hoy, aquí y ahora.

Asdrubal Romero Silva
Abogado, Msc. en Ciencias Penales
Secretario político municipal – DEM Barinas
@AsdrubalRomer16