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La actual situación económica que atraviesa Venezuela, ha llevado a muchos a tener que ingeniarselas para sobrevivir a través de pequeñas iniciativas productivas, que suavice la paliza inflacionaria existente.

Los negocios que han nacido a causa del desequilibrio dolarizado que transcurre sin control en el país, -acción que se agudizó de una manera descomunal gracias al Covid19-, son los emprendimientos de la gastronomía y la ventas de alimentos; vemos una creciente proliferación de negocios de este tipo, los cuales han sido la alternativa de algunos venezolanos para sobrevivir ante una hiperinflación que desangra no solo al pueblo, sino que pone en una cuerda floja a los pequeños y grandes empresarios, pues, al no existir garantías de mejoras de la economía, peligra la estabilidad de mantenerse en el tiempo.

Apostar a la inversión en el país, con un sistema gubernamental en bipolaridad constante, hace pensar que invertir es un juego de cartas, «solo ganará el más afortunado». No busco ser pesimista en la idea de la inversión en Venezuela, pero no puede haber una estabilidad económica creíble, sin garantías legales y gubernamentales serias, y la actual alza del dólar lo demuestra.

¿Es necesaria la inversión? Muy urgente diría yo, pero ante ese escenario, debe primeramente existir una seguridad de garantías que den a los futuros emprendedores, la confianza para iniciar una caminata que al final tenga un destino favorable para ellos, y así beneficiar tanto a la sociedad, cómo al desarrollo sostenido de la Nación. ¿Cómo ocurre esto? Con políticas serías, de respeto al inversionista y al consumidor.

Antonio Bermúdez
Licenciado en Administración de Empresas y Chef Profesional
Coordinador de Promoción
de Valores de Vente en el estado Barinas
@chefbermudez