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Estamos por ingresar a los tiempos más oscuros de la historia venezolana, esos que preceden la llegada de la libertad. ¿Cuánto durará la oscuridad? Dependerá en buena medida de la capacidad de nosotros como ciudadanos para sobreponernos, de levantarnos y avanzar en función a recuperar la esperanza como un combustible indispensable para conquistar la democracia. Tengamos presente al poeta Víctor Hugo, cuando señalaba que las horas más oscuras de la noche, son las que preceden al amanecer.

Venezuela es un estado fallido, su democracia destruida y libertades conculcadas. La inmensa mayoría de los venezolanos estamos atrapados por las políticas de dos minorías, una que controla el territorio, sus instituciones, usurpa el poder y oprime a los venezolanos; y otra que plantea como contraoferta una infame cohabitación, que propone una transición (que parece más una transacción) para sacar a un régimen, que bajo esa fórmula no tiene ningún apremio o incentivo para abandonar el poder.

No estamos solos, pero podríamos estar mucho mejor, valoremos como positivo el hecho que aún a pesar de los errores cometidos y las contradicciones de la cúpula de conducción política de la oposición, la comunidad democrática internacional mantiene el respaldo a la sociedad venezolana en su búsqueda por la recuperación de la democracia del país. Nos acompañaron en el boicot electoral contra el fraude convocado por el régimen para el 6 de diciembre, evento que contó con la participación de los colaboradores habituales de la usurpación, al que se incorporaron otros actores que simulaban ser de la oposición venezolana, que lograron penetrar los partidos políticos que forman parte del interinato. ¿Lo positivo? Cayeron otras máscaras, con lo cual continúa el necesario proceso de depuración de la oposición.

El boicot electoral contra el fraude, sirvió además para desconocer tanto el proceso como sus resultados. La comunidad democrática internacional desconoce el proceso, y ratificó el reconocimiento a la última institución con legitimidad de origen democrático del país, es decir, la  asamblea nacional electa en diciembre del 2015, que debería concluir su mandato el 4 de enero del 2021, al ser sustituida por otra legislatura electa democráticamente, cosa que no sucedió. Y como consecuencia de ello,  la legítima asamblea nacional elegida en 2015, aprobó la modificación del estatuto para la transición, que permite la continuidad administrativa de esta legislatura, una decisión polémica sin lugar a dudas, pero necesaria mientras logramos abrir otros caminos.

Por lo pronto debemos prepararnos por el inminente aumento de las tensiones políticas en el futuro inmediato. Sin embargo, aquí es necesario reconocer la virtud y el compromiso libertario de los diputados de la Fracción 16 de Julio, a quienes las circunstancias colocaron ante el dilema de escoger entre dos males y optaron por el menos malo, una situación sin dudas controversial, pero que se circunscribe en el llamado “principio del mal menor”, que tiene como condición un dilema estrictamente binario, donde no existía la posibilidad de una tercera opción. Esta decisión, aparentemente entraría en contradicción con otros principios éticos, sin embargo, en una situación tan compleja como la que hoy enfrentamos, no podemos optar por quedarnos de brazos cruzados, de manera tal que aún cuando el desempeño de la Asamblea Nacional nos ha dejado un sinsabor por sus omisiones, no apoyar la continuidad administrativa del cuerpo, implicaría reconocer en la práctica, el resultado de la farsa realizada el 6 de diciembre y eso, es definitivamente muchísimo peor.

Aristóteles definía la virtud como término medio entre dos vicios; proponiendo que «uno debe tomar el menor de los males», cuando no se pueda acertar con la virtud.

Como ciudadano y dirigente político, siento la obligación de fijar posición: No estoy conforme con el desempeño político de la cúpula de la coalición opositora. Creo que es imprescindible explorar una alianza alternativa, libre de infiltrados, más audaz, que sea capaz de inspirar, organizar y articular las fuerzas ciudadanas necesarias para propiciar una salida virtuosa a la crisis en Venezuela, entendiendo que para superar nuestra tragedia, todos debemos debemos hacer un poco más, reforzar nuestros niveles de participación porque todavía nos toca luchar más de una batalla para poder ganar esta guerra, persuadidos de que todas las grandes historias del mundo comenzaron con una persona que decidió no rendirse.

Nosotros no tenemos la intención de hacerlo, así como tú tampoco te vas a rendir. Ánimo, lo vamos a lograr.

@pgalvisve