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La democracia es una forma superior de gobierno que exige respetar los derechos individuales, políticos y económicos de las personas, que valora al ciudadano como ser racional, como sujeto de derechos y de obligaciones. Pero además, la democracia trae consigo la responsabilidad implícita de limitar y poner bajo control al poder político de los gobiernos. En la Venezuela contemporánea de hoy, es precisamente todo lo contrario.

La gesta libertaria concretada un 23 de enero, hace 63 años atrás dio origen a la incipiente democracia venezolana. Sin lugar a dudas, mejoró la vida de muchísimos venezolanos, enrumbó al país por la vía de la modernidad y del progreso, pero es imprescindible también reconocer que fue una democracia imperfecta que dejó trabajo pendiente. Por ceder ante el pragmatismo respecto al poder, por no ser capaz de erradicar las prácticas populistas y clientelares, se fomentó una especie de ejercicio utilitario de la política donde las personas no se identificaban en torno a ideas, planteamientos o ideologías, sino más bien por sus intereses grupales. Una visión política colectivista, inspirada en la ideología socialista que privilegiaba prácticas para hacer sentir bien a las personas, pero no para hacer lo necesario que permitiese alcanzar el máximo nivel de desarrollo, libertad y prosperidad.

El socialismo crea una falsa percepción de bienestar al principio, muchas veces las personas menos favorecidas empiezan a recibir prebendas y beneficios derivadas de la tesis de la redistribución de la riqueza. Pero también, facilita la adopción de prácticas de corrupción, que permiten enriquecer a las cúpulas gobernantes y sus círculos cercanos. Todo lo cual contribuye a limitar la producción de riqueza, y una vez agotada la riqueza producida por otros, siempre, de manera terca e irreductible, esa percepción de bienestar se transforma en ruina, desempleo, desabastecimiento y pobreza, hoy los venezolanos conocemos esto muy bien. Y como lo expresó alguna vez el presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt: Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia.

El liderazgo político surgido a partir del 1958, no entendió estos conceptos, todos inspiraban su pensamiento político e ideológico en el socialismo marxista, por lo tanto, no se ocuparon de superar el culto a la personalidad de donde se fortalecían los caudillos, todo lo contrario, lo estimularon y aderezaron con conductas populistas que les permitieron establecer una estructura clientelar de amplia base, para facilitar su permanencia en el poder. Bases estas que se conectaban emocionalmente en torno a las figuras políticas o a sus partidos, muchas veces con desmedida irracionalidad, todo lo cual dejaba poco espacio para la profundización y discusión de las ideas. Esto fue socavando la esencia de la democracia y finalmente a partir de 1998, dio al traste con todas las luchas libradas en el pasado para conquistar la libertad y la democracia para nuestro país y nos condujo a los tiempos más oscuros de la historia contemporánea nacional.

Los venezolanos estamos obligados a entender las razones que derivaron en nuestra tragedia, los ciudadanos estamos obligados a exigir mucho más al liderazgo político alternativo; debemos exigir rendición de cuentas y transparencia, explicación exhaustiva de sus planes y de sus propuestas, porque todo proyecto, idea o filosofía sin acción o eficacia, carecen de valor práctico a los efectos de conquistar la libertad, la democracia y la prosperidad. Y así mismo, los líderes políticos, si aspiramos ser acompañados en nuestras causas, debemos lograr recuperar la confianza ciudadana, debemos reconocer los errores cometidos y enmendarlos; incorporar a nuestras filas a quienes deban ser incorporados y desincorporar a quienes no deban seguir a nuestro lado. Entender, que si realmente estamos interesados en hacer sentir bien a las personas, nuestra prioridad debe estar enfocada a dedicar nuestro esfuerzo y energías a lograr la libertad, de allí se desprende todo lo demás.

En lo personal, tengo razones para ser moderadamente optimista, ya tenemos identificadas todas las partes de este complejo escenario político, donde muchas de aquellas cosas que son percibidas como fortalezas del régimen, y las que nos atribuyen como debilidades a los opositores, no necesariamente lo son. Nuestras fuerzas están dispersas, pero comparten el mismo objetivo: ver el final del régimen que controla el territorio y qué usurpa el poder en Venezuela en el menor tiempo posible, esto no es cualquier cosa, aquí radica buena parte de nuestra oportunidad, debemos ubicar, unificar y organizar a todos quienes comparten estos objetivos. De manera que tenemos tarea pendiente .

@pgalvisve