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La instauración de las circunstancias que se están viviendo en esta Venezuela del siglo XXI pudieran conducir a que algunos tengan la sensación que esto llegó para quedarse, y por tanto, no hay nada que hacer ni porque luchar. Nada más ajeno a la realidad puesta de manifiesto en la propia naturaleza y con mayor énfasis en la humana, caracterizada por la intención racional del esfuerzo marcado por la lucha contra la adversidad.

Los organismos en la naturaleza luchan por sobrevivencia en función de su propia conservación, por lo que, siendo la especie humana cabeza de dicha naturaleza, le está negado caer en la manipulación de agentes inescrupulosos que buscan la continuidad del desastre.

En relación de esto último, nótese como tales agentes hacen comparaciones nefastas indicando asuntos como el observar a tal o cual país que lleva años así y de esa manera se ha quedado.

Entre muchos aspectos, ese falaz argumento, por demás cruel en lo inhumano, lo que nos lleva es a aceptar la miseria y el hambre como estilo de vida, de modo que, si nos detenemos a preguntarle a una masa de ciudadanos que invirtieron sus años de juventud y por tanto de gran esfuerzo, en hacerse una carrera profesional universitaria o incursionar en algún negocio emprendedor, de invensión, de fábrica, en fin, de cualquier índole capaz de procurar su desarrollo, que si está conforme en quedarse en el empobrecimiento al que ha sido llevado, respondería con un rotundo NO debido a que la racional naturaleza humana desde lo más profundo de su propia integridad ordena que lo correcto es moverse en contra del hambre, la enfermedad, el ocio y la inacción.

El ser humano debe comprender que la opresión y la esclavitud en cualquiera de sus expresiones es contra natura, que lo apropiado es que el ser humano desarrolle capacidades para el libre emprendimiento individual y grupal con la finalidad del desarrollo conjunto y equilibrado, y no donde unos pocos, haciéndose dueños del todo sometan a las mayorías

En ese sentido, la dotación que por naturaleza posee cada ser humano en pro de ese desarrollo hace que desde si mismo se genere el movimiento requerido que llevó al hombre a abandonar las cavernas e intervenir e influir en la naturaleza para la obtención de alimentos, habitación y ropa. Con esto, se alcanzó la organización del trabajo, su reconocimiento y el pago de lo debido en un círculo virtuoso de emprendimiento y desarrollo. Este es el movimiento en el que debe orientarse la voluntad racional de la ciudadanía, quitando lo que estorba y no permite que se consiga obtener los ingresos acordes a las fórmulas de esfuerzo y trabajo.

Por supuesto, como todo lo expuesto requiere del liderazgo que funcione y se mueva al ritmo de las necesidades de la mayoría ciudadana, es a esta a quien le corresponde observar, conocer y decidir, en un marco de valores morales y de LEGITIMIDAD, el carácter de la representación que se identifique con sus necesidades. De esta forma la ciudadanía y la nación se ponen en movimiento.

 

Asdrubal Romero Silva
Abogado, Msc. en Ciencias Penales
Secretario Político Municipal – DEM Barinas
@AsdrubalRomer16